viernes, 6 de noviembre de 2015

Editorial Bamba Política

Por:  Mariana Belem Arvizu Rivera
 
Bienvenidos lectores a nuestra edición,
en donde tristes corazones encontramos en el panteón
Los corazones de aquellos que en su labor murieron,
Informando a la nación
Gritaron sus versos e informaron con plenitud.
y de tanto gritarlo la huesuda llegó,
y al llevárselos se les informó
que por molestar a unos cuantos
la vida se les arrebato.
Pero sus ideales y corazones resplandecieron en el interior
de todos sus lectores y de aquellos que no
para encontrar el camino a una mejor nación
traspasando barreras de tiempo y razón.
Gracias colegas por esta gran lección,
pues con su dedicación, ejemplo y pasión,
hasta a la Catrina inspiró.
¿INFORMANDO EL CRIMEN O EL CRIMEN DE LA INFORMACIÓN?
“La libertad de expresión es un derecho individual  y colectivo que empodera a toda sociedad a través de la facilitar el diálogo, la participación y la democracia, haciendo posible el desarrollo y la autonomía de una población”.
Por tal razón, desde el año 2013 la Asamblea de las Naciones Unidas proclamó el 2 de noviembre como “Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas” (IDEI por sus siglas en inglés), urgiendo a los Estados miembros a definir medidas para frenar la cultura de la impunidad y condenando todos los ataques y la violencia contra periodistas y trabajadores de los medios de comunicación. Debemos recordar que todo ataque contra un periodista es de igual manera un ataque contra el derecho que toda persona tiene de buscar y recibir información, siendo entonces un ataque contra el estado de derecho y la democracia, es decir, un ataque contra todos y cada uno de los miembros de una sociedad.
Este hecho ha llegado a una situación tan alarmante que en el informe de la Asamblea de Naciones Unidas se reporta que solo uno de cada diez casos de asesinatos contra periodistas conllevaba una condena, hecho que además según menciona tiene un efecto paralizador en la sociedad, dejando como único mensaje claro el hecho de saber que si ejerces tu derecho nadie puede asegurar tu seguridad. Ante tal impunidad el mensaje a la sociedad es claro, el informar sobre las “verdades u opiniones incomodas”  pondrá en peligro tanto al informante como al informador, y ninguna autoridad puede, quiere o es capaz de brindar y proporcionar protección.
En un artículo publicado por la revista Forbes en 2014, se expone que México ocupa el séptimo lugar en homicidios impunes contra periodistas a nivel mundial y el primer lugar en Latinoamérica, esto de acuerdo con el Índice Global de Impunidad realizado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), y dentro de todo el contexto, tal vez lo más relevante sea el hecho de que México es el único país que “no se encuentra en guerra” pero que tiene tantos crímenes y asesinatos de periodistas impunes. Dentro del análisis se hace referencia a que el 96% de las víctimas son periodistas nacionales, que en su mayoría se dedicaban a la cobertura informativa de la política, la corrupción y la guerra en sus respectivos países,  y en donde los principales sospechosos son los funcionarios gubernamentales y los militares (en al menos 26% de los casos), sin embargo, en menos del 5% de los asesinatos, los asesinos o autores intelectuales son capturados o procesados legalmente, hecho que nos lleva a pensar ¿Para quién son realmente una amenaza o un peligro? ¿Quién y con qué fin quieren frenar la distribución de la información? ¿Qué no debemos saber como sociedad? ¿En que los beneficia a esos “quienes”, nuestra ignorancia e indiferencia por la información y por la sociedad misma?
Estas cifras son especialmente relevantes primero por la pérdida de vidas humanas, y porque en Agosto de este año, se le entregó al gobierno federal un manifiesto en el cual se reclama una “investigación sin contemplaciones de los funcionarios estatales y municipales que, en cada caso, se puedan haber visto involucrados, además de la revisión inmediata de los mecanismos para la protección de periodistas”. Este manifiesto hace hincapié en el peligro que a nivel mundial y en México conlleva el ejercicio de esta profesión, poniendo a todo aquel que lo practique en extrema vulnerabilidad incluso en peligro de muerte y el hecho de la interrelación entre crimen y estado, y de esta misma manera incrementando la vulnerabilidad y desconfianza entre información, gobierno y sociedad.
Si bien es cierto que el día 2 de noviembre en México también se celebra el día de muertos, y que es un día para recordar a todos nuestros seres queridos que se han ido, el recordar o conmemorar aquellas personas que en la búsqueda de la verdad se les ha arrebatado la vida y que de esta manera se nos ha arrebata un derecho como sociedad, crea un silencio sepulcral y lastimero, más que festivo. Que mejor manera de censurar a la sociedad, que hacerlo a tiro certero por medio de la limitación a la información, como le han llamado varios intelectuales una “Censura a Tiros”, porque nadie queda exento de la misma, incluso la CNDH ha denunciado que sus propias investigaciones son obstaculizadas por las autoridades, mencionan que “la negligencia judicial garantiza la impunidad”.
Periodistas, diplomáticos – como en el caso del diplomático estadounidense Wayne quien en 2011 refirió que “la autocensura puede silenciar una sociedad tanto como los actos de violencia” –, intelectuales – como Raúl Padilla López quien “respalda la idea de que algunos tipos de violencia se relacionan con el nivel de lectores de cada país y quien recordó que lamentablemente México, como otros países de Latinoamérica, prestan niveles muy bajos de lectura” –  se han pronunciado en contra de este hecho y se hace énfasis en el ambiente hostil que se vive en México para él ejercicio de esta profesión. Tal índice de violencia que genera una afonía lúgubre puede paralizar hasta la mente, y sin el razonamiento, el entendimiento y el cuestionamiento a donde podemos llegar como seres humanos, si es la principal diferencia con todo mamífero en el planeta, con aquello que nos rodea.
Toda sociedad padece a causa de la impunidad. Las noticias que son “acalladas” son las que realmente se necesitan escuchar, recordando que la información es esencial para poder tomar decisiones apropiadas en todos los ámbitos de nuestra vida, que la obtención de una información de calidad y confiable es el pilar de una sociedad democrática y de un buen gobierno.
Si la comunicación es poder, el poder es realidad, la realidad es perspectiva y la perspectiva nos da tendencia a un futuro, exijamos entonces que se nos brinde de información para poder tener un futuro, y de esta manera no tener que celebrar la muerte sin antes haber podido disfrutar de la vida. Nunca olvidar a aquellos que se fueron y ayudaron a dotar a nuestra sociedad de identidad; que su pluma, alma y razón, sean siempre voz, fuerza y guía en nuestro corazón. Que su muerte sea inspiración en la búsqueda de información, y que el silencio sea solo paz en el corazón, no incertidumbre por su adiós.

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