Estados Unidos.- Registros telefónicos y llamadas intervenidas muestran que integrantes de la campaña presidencial de Donald Trump y otros asociados del ahora presidente tuvieron contacto repetidamente con agentes de inteligencia sénior de Rusia hasta un año antes de la elección, de acuerdo con cuatro actuales funcionarios estadounidenses y uno retirado.
Agencias de inteligencia y policiales de Estados Unidos intervinieron las comunicaciones al mismo tiempo que comenzaron a hallar evidencia de que Rusia intentaba afectar la elección presidencial con ataques informáticos contra el Comité Nacional Democrático, dijeron tres de los funcionarios. Las agencias después intentaron dilucidar si la campaña estaba coludida con los rusos en el hackeo u otros esfuerzos para influir en el resultado electoral.
Los funcionarios dijeron que hasta ahora no hay evidencia de cooperación.
Pero las interceptaciones fueron suficiente para causar alarma, en parte por el repetido contacto que se llevó a cabo mientras Trump hablaba de manera halagadora del presidente ruso, Vladimir Putin. En algún momento del verano, Trump dijo en un mitin que esperaba que los servicios de inteligencia rusos hubieran robado los correos electrónicos de Hillary Clinton y los fueran a publicar.
Los funcionarios dijeron que las comunicaciones intervenidas no incluyeron solamente a oficiales de la campaña de Trump, sino a asociados del ahora presidente. Por el lado ruso, los contactos incluyeron a miembros del gobierno que no forman parte de los servicios de inteligencia, dijeron los funcionarios. (Todos hablaron bajo la condición de anonimato pues la investigación al respecto es clasificada).
La Casa Blanca no quiso hacer comentarios a The New York Times, aunque el portavoz Sean Spicer recalcó comentarios anteriores de Trump de que nadie en su campaña tuvo contacto con funcionarios rusos antes de la elección. Trump, por su parte, escribió en Twitter que agentes de inteligencia revelaran información “como si repartieran dulces. Muy poco estadounidense”, dijo.
“Este sinsentido de la conexión rusa es solo un intento de cubrir los muchos errores hechos por la campaña perdedora de Hillary Clinton”, escribió en otro tuit. Minutos después, agregó: “La información está siendo dada ilegalmente a los fallidos @nytimes y @washingtonpost por la comunidad de inteligencia (¿NSA y FBI?). Como en Rusia”.
Entre los investigados por las llamadas está Paul Manafort, director de campaña de Trump durante varios meses del año pasado y quien antes se había desempeñado como consultor político en Ucrania. Los funcionarios estadounidenses rechazaron identificar a los otros asociados de Trump que participaron en las llamadas intervenidas.
“No tengo idea a qué se refiere esto. Nunca he hablado a sabiendas con oficiales de inteligencia rusos y nunca he estado involucrado con nada que tenga que ver con el gobierno ruso de Putin o ningún otro tema bajo investigación”, dijo en una entrevista telefónica Manafort, quien no ha sido acusado de crimen alguno.
“No es como que esta gente traiga placas que digan: ‘Soy un agente de inteligencia ruso'”, añadió.
Varios asociados de Trump, como Manafort, han hecho negocios en Rusia. No es inusual que empresarios estadounidenses lleguen a tener contacto con oficiales de inteligencia extranjeros, a veces sin darse cuenta, de países como Rusia y Ucrania, donde los servicios de espionaje están muy inmiscuidos en la sociedad. Los funcionarios que hablaron de manera anónima no indicaron hasta qué punto los contactos intervenidos trataron de negocios.
Tampoco revelaron detalles sobre qué fue discutido en las llamadas, cuáles fueron los agentes rusos involucrados o si se llegó a discutir al mismo Trump.
El FBI ya ha investigado a tres personas cercanas a Trump, aunque no queda claro si sus llamadas están entre las intervenidas. Se trata de Carter Page, empresario y exasesor de política exterior para la campaña; Roger Stone, estratega republicano, y Michael Flynn.
Las llamadas interceptadas son distintas a las conversaciones intervenidas entre Flynn, quien renunció el 13 de febrero a su puesto de asesor de seguridad nacional, y Sergei I. Kislyak, embajador ruso en Estados Unidos. En estas llamadas se discutieron las sanciones impuestas por el gobierno de Obama a varios rusos en diciembre.
Dos días después de la elección de noviembre, el vicecanciller ruso Sergei A. Ryabkov dijo que “hubo contacto” durante la campaña entre funcionarios rusos y el equipo de Trump.
“Obviamente, conocemos a la mayoría de la gente en su entorno”, dijo Ryabkov a la agencia noticiosa Interfax. El equipo de transición presidencial negó las declaraciones del vicencanciller ruso.
La Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés), que hace un monitoreo de las comunicaciones de servicios de inteligencia extranjeros, primero intervino las llamadas entre el equipo de Trump y los rusos como parte de una vigilancia rutinaria. El FBI después pidió a la NSA que recopilara cuanta información fuera posible sobre quiénes eran los operativos rusos en las llamadas y que revisara comunicaciones anteriores.
El FBI también busca establecer la veracidad de reportes compilados por el exagente de inteligencia británico Christopher Steele, que sugieren que había una conspiración entre Trump, sus asociados y el gobierno ruso, el cual también tendría archivos de información comprometedora del presidente estadounidense.
El buró todavía no ha confirmado muchas de las aseveraciones más polémicas hechas por Steele, aunque creen que el exagente tiene credibilidad.
Agencias de inteligencia y policiales de Estados Unidos intervinieron las comunicaciones al mismo tiempo que comenzaron a hallar evidencia de que Rusia intentaba afectar la elección presidencial con ataques informáticos contra el Comité Nacional Democrático, dijeron tres de los funcionarios. Las agencias después intentaron dilucidar si la campaña estaba coludida con los rusos en el hackeo u otros esfuerzos para influir en el resultado electoral.
Los funcionarios dijeron que hasta ahora no hay evidencia de cooperación.
Pero las interceptaciones fueron suficiente para causar alarma, en parte por el repetido contacto que se llevó a cabo mientras Trump hablaba de manera halagadora del presidente ruso, Vladimir Putin. En algún momento del verano, Trump dijo en un mitin que esperaba que los servicios de inteligencia rusos hubieran robado los correos electrónicos de Hillary Clinton y los fueran a publicar.
Los funcionarios dijeron que las comunicaciones intervenidas no incluyeron solamente a oficiales de la campaña de Trump, sino a asociados del ahora presidente. Por el lado ruso, los contactos incluyeron a miembros del gobierno que no forman parte de los servicios de inteligencia, dijeron los funcionarios. (Todos hablaron bajo la condición de anonimato pues la investigación al respecto es clasificada).
La Casa Blanca no quiso hacer comentarios a The New York Times, aunque el portavoz Sean Spicer recalcó comentarios anteriores de Trump de que nadie en su campaña tuvo contacto con funcionarios rusos antes de la elección. Trump, por su parte, escribió en Twitter que agentes de inteligencia revelaran información “como si repartieran dulces. Muy poco estadounidense”, dijo.
“Este sinsentido de la conexión rusa es solo un intento de cubrir los muchos errores hechos por la campaña perdedora de Hillary Clinton”, escribió en otro tuit. Minutos después, agregó: “La información está siendo dada ilegalmente a los fallidos @nytimes y @washingtonpost por la comunidad de inteligencia (¿NSA y FBI?). Como en Rusia”.
Entre los investigados por las llamadas está Paul Manafort, director de campaña de Trump durante varios meses del año pasado y quien antes se había desempeñado como consultor político en Ucrania. Los funcionarios estadounidenses rechazaron identificar a los otros asociados de Trump que participaron en las llamadas intervenidas.
“No tengo idea a qué se refiere esto. Nunca he hablado a sabiendas con oficiales de inteligencia rusos y nunca he estado involucrado con nada que tenga que ver con el gobierno ruso de Putin o ningún otro tema bajo investigación”, dijo en una entrevista telefónica Manafort, quien no ha sido acusado de crimen alguno.
“No es como que esta gente traiga placas que digan: ‘Soy un agente de inteligencia ruso'”, añadió.
Varios asociados de Trump, como Manafort, han hecho negocios en Rusia. No es inusual que empresarios estadounidenses lleguen a tener contacto con oficiales de inteligencia extranjeros, a veces sin darse cuenta, de países como Rusia y Ucrania, donde los servicios de espionaje están muy inmiscuidos en la sociedad. Los funcionarios que hablaron de manera anónima no indicaron hasta qué punto los contactos intervenidos trataron de negocios.
Tampoco revelaron detalles sobre qué fue discutido en las llamadas, cuáles fueron los agentes rusos involucrados o si se llegó a discutir al mismo Trump.
El FBI ya ha investigado a tres personas cercanas a Trump, aunque no queda claro si sus llamadas están entre las intervenidas. Se trata de Carter Page, empresario y exasesor de política exterior para la campaña; Roger Stone, estratega republicano, y Michael Flynn.
Las llamadas interceptadas son distintas a las conversaciones intervenidas entre Flynn, quien renunció el 13 de febrero a su puesto de asesor de seguridad nacional, y Sergei I. Kislyak, embajador ruso en Estados Unidos. En estas llamadas se discutieron las sanciones impuestas por el gobierno de Obama a varios rusos en diciembre.
Dos días después de la elección de noviembre, el vicecanciller ruso Sergei A. Ryabkov dijo que “hubo contacto” durante la campaña entre funcionarios rusos y el equipo de Trump.
“Obviamente, conocemos a la mayoría de la gente en su entorno”, dijo Ryabkov a la agencia noticiosa Interfax. El equipo de transición presidencial negó las declaraciones del vicencanciller ruso.
La Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés), que hace un monitoreo de las comunicaciones de servicios de inteligencia extranjeros, primero intervino las llamadas entre el equipo de Trump y los rusos como parte de una vigilancia rutinaria. El FBI después pidió a la NSA que recopilara cuanta información fuera posible sobre quiénes eran los operativos rusos en las llamadas y que revisara comunicaciones anteriores.
El FBI también busca establecer la veracidad de reportes compilados por el exagente de inteligencia británico Christopher Steele, que sugieren que había una conspiración entre Trump, sus asociados y el gobierno ruso, el cual también tendría archivos de información comprometedora del presidente estadounidense.
El buró todavía no ha confirmado muchas de las aseveraciones más polémicas hechas por Steele, aunque creen que el exagente tiene credibilidad.
NY Times
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