viernes, 24 de abril de 2015

En 8 años, 34 mil mujeres mexiquenses han abortado en el DF

Estado de México.- A ocho años de aprobada en el Distrito Federal, la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), al menos 34 mil mujeres originarias del Estado de México han recurrido a las clínicas capitalinas, debido a que en esta entidad la práctica se encuentra penalizada, a menos que se demuestren malformaciones genéticas, violación o corra riesgo la vida de la madre.
La cifra de abortos clandestinos en el Estado de México es negra; no obstante, estudios y estimaciones del Instituto Guttmacher revelan que en la entidad se practican unos 135 mil abortos al año, lo que pone en riesgo la salud y la vida de las mujeres que se lo practican.
“Nos dijeron que éramos asesinas”
Alicia, tiene 25 años, vive en Zinacantepec. Hace un par de meses se sometió a una ILE, sin embargo lejos de lo que se puede imaginar, al acudir a una clínica del DF fue víctima de malos tratos, estigmas, discriminación y prejuicios por parte del personal.
Tenía dos meses de embarazo cuando las circunstancias la obligaron a tomar la decisión; aunque tenía el apoyo de su pareja y los dos se encontraban felices, su vida se encontraba en peligro.
 “Todo iba de maravilla… un día, de la nada, tuve un sangrado; acudí a mi ginecóloga, me dio medicamento, pero el sangrado siguió, me dijeron que no podían salvar al bebé y que mi vida estaba en riesgo.
“Me advirtió que ella no lo podía hacer porque como el hospital era del Estado de México, no estaba permitido realizar ese procedimiento; aunque en mi situación sí podían hacerlo, sin embargo me envió al DF”.
Alicia tuvo que llegar a las 5 de la mañana a una de las clínicas capitalinas para hacer fila, pues sólo atienden a 20 mujeres por día.
“A la entrada los de Pro Vida tratan de persuadirte que no abortes, te dicen que te vas a ir al infierno, que tendrás pesadillas y remordimientos.
“Vi a chavitas que venían de otras partes del Estado de México, incluso niñas de 14 años que venían acompañadas por sus papás”, indicó.
El trato del personal, lamentó, fue inhumano: “salvo la que nos sacó sangre, los demás no nos bajaban de asesinas, nos señalaron que lo que estábamos haciendo no era natural y casi casi nos obligaron a ponernos un implante en el brazo para que no volviéramos a embarazarnos.
Nos decían: ‘deben usar anticonceptivos, si no, mañana van a venir otra vez a abortar’, “Abortar no es una decisión de la cual te sientas orgullosa y brinques de alegría, es una decisión de la cual asumes las consecuencias físicas y emocionales, y el personal que labora ahí debería saberlo y tener tacto al atender a quienes llegan”, dijo.

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