Texcoco, Méx.- Alguien podrá pensar que la analogía es exagerada, que no hay nada similar entre la forma de operar del gobierno perredista de Iguala, protagonista principal en la desaparición forzada de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, y el gobierno de Texcoco, vestido recientemente con la camiseta de Morena, que mediante la policía municipal y algunos delincuentes sin uniforme ha desatado una verdadera cacería de brigadistas pertenecientes al Movimiento Antorchista.
Pero la verdad es que hay similitudes verdaderamente preocupantes en la forma de comportarse de ambos gobiernos, auto declarados cínicamente como “de izquierda”, en lo que consideran su territorio de caza y la manera violenta de proceder contra sus opositores, cualesquiera que estos sean.
Quienes gobernaron Iguala y quienes actualmente gobiernan Texcoco, llegaron al poder con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador. El ex alcalde de Iguala, ahora detenido en una cárcel federal, formaba parte de un grupo político dirigido por Lázaro Mazón, estrechamente ligado al actual líder nacional de Morena, al grado de que era su carta más fuerte para la gubernatura de Guerrero. En Texcoco, el municipio ha sido gobernado un largo periodo por un grupo encabezado por Higinio Martínez Miranda, que ha brincado sucesivamente del PRD a Movimiento Ciudadano y ahora Morena, siempre apoyado por López Obrador. Cabe preguntarse ¿cuáles son los resultados de ese tutelaje?, ¿cuáles son los beneficios concretos para los habitantes gobernados por ese grupo trapecista que pasa de un partido a otro?
En Iguala, el gobierno perredista se convirtió en una mafia que enriqueció a una familia y a sus allegados, quienes hicieron centros comerciales y grandes residencias con cargo a los recursos públicos y a costa del desarrollo municipal.
En Texcoco, el gobierno municipal “perredista-morenista” ha convertido a Higinio Martínez en un hombre acaudalado, propietario entre otras cosas de una de las mansiones más grandes y lujosas de la región, ubicada en el vecino municipio de Tepetlaoxtoc, misma que ha sido motivo de amplios reportajes y fotos aéreas, indignantes por lo que revelan del doble discurso y el cinismo de este individuo y sus partidos. Además, la nómina de Texcoco lleva 15 años llena de familiares y amigos de Martínez Miranda, lo que explica la furia perruna, casi homicida, que muchos despliegan a la hora de pelear el hueso municipal.
En cuestiones de inseguridad ya sabemos el escenario dantesco a dónde desembocaron las cosas en Iguala; pero lo que se conoce poco es que Texcoco es uno de los lugares más inseguros de todo el país. Según datos oficiales, publicados por Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, casi la mitad de sus pobladores ha sido objeto de algún delito, con lo que se ubica en el quinto municipio más inseguro de los 125 que hay en el Estado de México. Según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, Texcoco es la quinta ciudad más violenta del país.
Obviamente, ni Higinio ni su banda están interesados en que esto se ponga de relieve entre sus posibles electores; ellos no quieren dar cuenta de su gobierno y su conducta como servidores públicos porque tendrían que aceptar que sus gobiernos han sido un desastre y que principalmente se han dedicado al latrocinio descarado de las arcas municipales. En vez de eso, están empeñados en crear un chivo expiatorio, alguien a quién echarle la culpa de todo lo malo que ocurre en un municipio que ellos han gobernado bajo diferentes colores durante 15 años, con un estilo que no es, de ninguna manera, un modelo de desarrollo y bienestar. Para desviar la atención y evitar dar cuentas de sus actos, los morenistas han inventado un enemigo: el antorchismo. Y aquí es donde se encuentra la parte más peligrosa de la manera de gobernar de estos señores; en este punto es donde más nítidamente aparece el recuerdo terrible de los ex gobernantes de Iguala y lo que hicieron con sus víctimas, pues el empleado que Higinio Martínez tiene en la alcaldía fungiendo como alcalde, ha empezado a perseguir a cualquiera que lleve un volante, encienda un aparato de sonido, intente poner una manta u organizar una reunión; los genízaros municipales han detenido a decenas de brigadistas, algunos han sido desaparecidos hasta por 24 horas por la policía, con la angustia y la tortura que esa desaparición forzada, absolutamente fuera de la ley, representa para las víctimas y sus familias.
Pero la verdad es que hay similitudes verdaderamente preocupantes en la forma de comportarse de ambos gobiernos, auto declarados cínicamente como “de izquierda”, en lo que consideran su territorio de caza y la manera violenta de proceder contra sus opositores, cualesquiera que estos sean.
Quienes gobernaron Iguala y quienes actualmente gobiernan Texcoco, llegaron al poder con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador. El ex alcalde de Iguala, ahora detenido en una cárcel federal, formaba parte de un grupo político dirigido por Lázaro Mazón, estrechamente ligado al actual líder nacional de Morena, al grado de que era su carta más fuerte para la gubernatura de Guerrero. En Texcoco, el municipio ha sido gobernado un largo periodo por un grupo encabezado por Higinio Martínez Miranda, que ha brincado sucesivamente del PRD a Movimiento Ciudadano y ahora Morena, siempre apoyado por López Obrador. Cabe preguntarse ¿cuáles son los resultados de ese tutelaje?, ¿cuáles son los beneficios concretos para los habitantes gobernados por ese grupo trapecista que pasa de un partido a otro?
En Iguala, el gobierno perredista se convirtió en una mafia que enriqueció a una familia y a sus allegados, quienes hicieron centros comerciales y grandes residencias con cargo a los recursos públicos y a costa del desarrollo municipal.
En Texcoco, el gobierno municipal “perredista-morenista” ha convertido a Higinio Martínez en un hombre acaudalado, propietario entre otras cosas de una de las mansiones más grandes y lujosas de la región, ubicada en el vecino municipio de Tepetlaoxtoc, misma que ha sido motivo de amplios reportajes y fotos aéreas, indignantes por lo que revelan del doble discurso y el cinismo de este individuo y sus partidos. Además, la nómina de Texcoco lleva 15 años llena de familiares y amigos de Martínez Miranda, lo que explica la furia perruna, casi homicida, que muchos despliegan a la hora de pelear el hueso municipal.
En cuestiones de inseguridad ya sabemos el escenario dantesco a dónde desembocaron las cosas en Iguala; pero lo que se conoce poco es que Texcoco es uno de los lugares más inseguros de todo el país. Según datos oficiales, publicados por Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, casi la mitad de sus pobladores ha sido objeto de algún delito, con lo que se ubica en el quinto municipio más inseguro de los 125 que hay en el Estado de México. Según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, Texcoco es la quinta ciudad más violenta del país.
Obviamente, ni Higinio ni su banda están interesados en que esto se ponga de relieve entre sus posibles electores; ellos no quieren dar cuenta de su gobierno y su conducta como servidores públicos porque tendrían que aceptar que sus gobiernos han sido un desastre y que principalmente se han dedicado al latrocinio descarado de las arcas municipales. En vez de eso, están empeñados en crear un chivo expiatorio, alguien a quién echarle la culpa de todo lo malo que ocurre en un municipio que ellos han gobernado bajo diferentes colores durante 15 años, con un estilo que no es, de ninguna manera, un modelo de desarrollo y bienestar. Para desviar la atención y evitar dar cuentas de sus actos, los morenistas han inventado un enemigo: el antorchismo. Y aquí es donde se encuentra la parte más peligrosa de la manera de gobernar de estos señores; en este punto es donde más nítidamente aparece el recuerdo terrible de los ex gobernantes de Iguala y lo que hicieron con sus víctimas, pues el empleado que Higinio Martínez tiene en la alcaldía fungiendo como alcalde, ha empezado a perseguir a cualquiera que lleve un volante, encienda un aparato de sonido, intente poner una manta u organizar una reunión; los genízaros municipales han detenido a decenas de brigadistas, algunos han sido desaparecidos hasta por 24 horas por la policía, con la angustia y la tortura que esa desaparición forzada, absolutamente fuera de la ley, representa para las víctimas y sus familias.
Crónica de Chihuahua
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