México.- Las demandas de justicia y las manifestaciones cívicas en protesta por los asesinatos raciales a manos de elementos policiales en Estados Unidos arrojaron hasta ahora un saldo de cinco oficiales muertos y una decena de heridos.
La noche de ayer la ciudad de Dallas, Texas, se convirtió en un centro de batalla, donde presuntamente dos francotiradores apostados en azoteas de elevados edificios dispararon en contra de un grupo de policías, cinco de los cuales perdieron la vida.
La masacre fue el colofón de las manifestaciones que se realizaron en las calles de distintas ciudades en demanda de justicia por los asesinatos a quemarropa de los afroamericanos Philando Castile, en Minnesota, y Alton B. Sterling, en Baton Rouge, Louisiana, perpetrados por oficiales de ambas ciudades.
Los dos últimos eventos de racismo policial en contra de la minoría étnica afroamericana se suman a un sinnúmero de actos similares que ocurren cada día en los distintos pueblos y ciudades de los 50 estados de la Unión Americana y que en su mayoría no son reportados por los medios de comunicación.
En el caso de Castile –asesinado cerca de la ciudad de Saint Paul–, su novia Diamond Reynolds y la hija de ésta viajaban con él en el automóvil donde fue ejecutado después de que la policía lo detuvo porque la unidad tenía una calavera rota.
Reynolds filmó en su teléfono celular el incidente, y el instante en el que su novio murió a manos de la policía.
La mujer subió el video a la red social de Facebook, que suscitó una consternación nacional y las manifestaciones civiles como la realizada en Dallas, con trágicos resultados.
La comunidad afroamericana, que ya se manifestaba contra el abuso de policías y sus acciones racistas, luego de darse a conocer el video de la ejecución de Sterling en Baton Rouge a manos de dos policías, expresó su demanda de justicia con protestas que resultaron altamente contraproducentes.
Tras la muerte de los cinco policías en Dallas, los medios de comunicación de Estados Unidos dieron un giro importante respecto del tono editorial con el que habían reportado los asesinatos de Castile y de Sterling.
Desde anoche la televisión estadunidense se concentró en la muerte de los oficiales quienes nada tuvieron que ver con lo ocurrido a Sterling y Castile, y fueron calificados como héroes, con lo que rápidamente se olvidó el epicentro racial de la problemática.
A su llegada a Varsovia, Polonia, para participar en una reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso una pausa a sus actividades y envió un mensaje de calma y reconciliación a su país, pero también reconoció los problemas raciales que enfrentan.
“Lo que puedo decir como estadunidense es que todos debemos estar consternados por estos enfrentamientos armados, ya que no son incidentes aislados”, sentenció Obama.
Por encima del giro editorial de los medios de comunicación estadunidenses que desvían la atención del racismo involucrado en los eventos de Minnesota, Louisiana y Dallas, Obama pidió a su nación reconocer la problemática desde el punto étnico.
“Esos incidentes son sintomáticos de una serie más amplia de disparidad racial que existe en nuestro sistema judicial”, enfatizó desde Varsovia.
Las videograbaciones y fotografías del enfrentamiento de la policía de Dallas con los dos francotiradores son un testimonio latentes del problema racial que históricamente polariza a la sociedad de Estados Unidos.
En la conferencia de prensa que ofreció la mañana de este viernes, David O. Brown, jefe de la policía de Dallas, de raza negra, dejó un testimonio claro de que la masacre de sus subordinados tenía un contexto racial por las ejecuciones de los civiles afroamericanos a manos de los oficiales de Louisiana y Minnesota.
“Uno de los sospechosos (de la masacre de los cinco oficiales) declaró que estaba enojado con los blancos; dijo que quería matar a blancos”, precisó Brown.
La policía de Dallas capturó a ese francotirador y a otros tres sospechosos, y eliminó a otro.
El francotirador se entregó luego de varias horas de negociación con los oficiales y tras el uso de un robot antibombas en uno de los pisos de una Universidad Comunitaria, edificio de donde salieron disparos en contra de los policías.
“Debemos ponerle un alto a esta división entre policías y ciudadanos”, exigió el presidente de la policía de Dallas.
Por su lado, los familiares de Castile y Sterling exigen justicia para las víctimas y un castigo severo y ejemplar contra los policías asesinos.
La joven Reynolds, por ejemplo, reclamó a las autoridades de Minnesota la necesidad de develar la identidad del policía que mató a su novio, y la exposición del video tomado por los oficiales para conocer todos los detalles del incidente mortal.
La noche de ayer la ciudad de Dallas, Texas, se convirtió en un centro de batalla, donde presuntamente dos francotiradores apostados en azoteas de elevados edificios dispararon en contra de un grupo de policías, cinco de los cuales perdieron la vida.
La masacre fue el colofón de las manifestaciones que se realizaron en las calles de distintas ciudades en demanda de justicia por los asesinatos a quemarropa de los afroamericanos Philando Castile, en Minnesota, y Alton B. Sterling, en Baton Rouge, Louisiana, perpetrados por oficiales de ambas ciudades.
Los dos últimos eventos de racismo policial en contra de la minoría étnica afroamericana se suman a un sinnúmero de actos similares que ocurren cada día en los distintos pueblos y ciudades de los 50 estados de la Unión Americana y que en su mayoría no son reportados por los medios de comunicación.
En el caso de Castile –asesinado cerca de la ciudad de Saint Paul–, su novia Diamond Reynolds y la hija de ésta viajaban con él en el automóvil donde fue ejecutado después de que la policía lo detuvo porque la unidad tenía una calavera rota.
Reynolds filmó en su teléfono celular el incidente, y el instante en el que su novio murió a manos de la policía.
La mujer subió el video a la red social de Facebook, que suscitó una consternación nacional y las manifestaciones civiles como la realizada en Dallas, con trágicos resultados.
La comunidad afroamericana, que ya se manifestaba contra el abuso de policías y sus acciones racistas, luego de darse a conocer el video de la ejecución de Sterling en Baton Rouge a manos de dos policías, expresó su demanda de justicia con protestas que resultaron altamente contraproducentes.
Tras la muerte de los cinco policías en Dallas, los medios de comunicación de Estados Unidos dieron un giro importante respecto del tono editorial con el que habían reportado los asesinatos de Castile y de Sterling.
Desde anoche la televisión estadunidense se concentró en la muerte de los oficiales quienes nada tuvieron que ver con lo ocurrido a Sterling y Castile, y fueron calificados como héroes, con lo que rápidamente se olvidó el epicentro racial de la problemática.
A su llegada a Varsovia, Polonia, para participar en una reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso una pausa a sus actividades y envió un mensaje de calma y reconciliación a su país, pero también reconoció los problemas raciales que enfrentan.
“Lo que puedo decir como estadunidense es que todos debemos estar consternados por estos enfrentamientos armados, ya que no son incidentes aislados”, sentenció Obama.
Por encima del giro editorial de los medios de comunicación estadunidenses que desvían la atención del racismo involucrado en los eventos de Minnesota, Louisiana y Dallas, Obama pidió a su nación reconocer la problemática desde el punto étnico.
“Esos incidentes son sintomáticos de una serie más amplia de disparidad racial que existe en nuestro sistema judicial”, enfatizó desde Varsovia.
Las videograbaciones y fotografías del enfrentamiento de la policía de Dallas con los dos francotiradores son un testimonio latentes del problema racial que históricamente polariza a la sociedad de Estados Unidos.
En la conferencia de prensa que ofreció la mañana de este viernes, David O. Brown, jefe de la policía de Dallas, de raza negra, dejó un testimonio claro de que la masacre de sus subordinados tenía un contexto racial por las ejecuciones de los civiles afroamericanos a manos de los oficiales de Louisiana y Minnesota.
“Uno de los sospechosos (de la masacre de los cinco oficiales) declaró que estaba enojado con los blancos; dijo que quería matar a blancos”, precisó Brown.
La policía de Dallas capturó a ese francotirador y a otros tres sospechosos, y eliminó a otro.
El francotirador se entregó luego de varias horas de negociación con los oficiales y tras el uso de un robot antibombas en uno de los pisos de una Universidad Comunitaria, edificio de donde salieron disparos en contra de los policías.
“Debemos ponerle un alto a esta división entre policías y ciudadanos”, exigió el presidente de la policía de Dallas.
Por su lado, los familiares de Castile y Sterling exigen justicia para las víctimas y un castigo severo y ejemplar contra los policías asesinos.
La joven Reynolds, por ejemplo, reclamó a las autoridades de Minnesota la necesidad de develar la identidad del policía que mató a su novio, y la exposición del video tomado por los oficiales para conocer todos los detalles del incidente mortal.
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