lunes, 15 de julio de 2013

Las chicas también roncan.

España.- La literatura dibuja a las mujeres como princesas, musas de la sutileza, seres etéreos, dulces, siempre elegantes. La vida real es bastante más dura. Las féminas también tenemos nuestros defectos y nuestras dolencias. Unos más graves que otros, unos más escondidos que otros. Como lo de roncar. Un secreto que las mujeres tradicionalmente guardan bajo muchos cerrojos, un tema del que no se habla y no abundan las estadísticas.
Según la Asociación Británica de Roncadores solo en el Reino Unido hay 4.5 millones de mujeres que roncan (eso sí, frente a los 10.4 millones de hombres roncadores). Es decir, el 43.26 de los roncadores confesos son mujeres.
Desde la Unidad del Sueño de la Fundación Jiménez Díaz aportan más datos: “Aunque no existe un criterio claro para definir su intensidad y su frecuencia, se considera que aproximadamente la mitad de la población adulta masculina y la cuarta parte de la femenina ronca”. Si las cifras ya de por sí arruinan el mito de las mujeres princesas de dulces sueños, con la menopausia el porcentaje de damas que roncan aumenta “porque se empieza a acumular grasa en la base del paladar y esto obstaculiza el paso del aire”, explica la doctora Ana Machado, otorrinolaringóloga del Hospital Universitario Quirón Madrid.
“En caso de mujeres jóvenes suele estar vinculado a un aumento de peso o a alguna alteración mandibular conocida como retrognatia, que se produce cuando la dentadura inferior está alineada por detrás de la superior”. El tabaquismo, el alcohol o los inductores del sueño también pueden aportar decibelios al tránsito normal del aire por las vías respiratorias altas.
La roncadora solitaria puede serlo toda su vida ya que, salvo en algunos casos, no suele conllevar mayores problemas de salud. Pero el verano es tiempo de campamentos, fines de semana de amigos en casas rurales o, por qué no, aventuras sentimentales de una noche con un apuesto príncipe que no puede imaginar que su dulce nueva princesa puede ser una tierna Fiona al caer en brazos de Morfeo. No es habitual que a la pregunta de “¿vienes mucho por aquí?” se añada el “¿roncas mucho por la noche?”. Y así, tras una apasionante noche de amor, llegan las sonoras sorpresas.
Ser mujer, saber que se ronca y gozar de juventud genera estrés, cuando no angustia. “La mujer viene a la consulta preocupada, casi con pudor. Asume que tiene un problema y desea una solución. Los hombres se lo toman más a cachondeo. Suelen venir a la consulta con su esposa y sueltan la cantinela de ‘aquí, mi señora, que dice que ronco y no la dejo dormir”.
Roncar no mata ni es una enfermedad, pero sí es un problema social que atosiga al roncador. Mucho más a la roncadora. “En las Unidades del Sueño consideramos que el ronquido es grave cuando impiden la conciliación familiar, es decir, impiden el descanso de quienes viven con ellos”. Además, en ocasiones puede ir acompañado de otras disfunciones del sueño como la apnea que sí suponenun riesgo para la salud. “Es el caso de personas que, de pronto se despiertan sobresaltadas con sensación de asfixia. Hay pacientes que incluso acuden alarmados al cardiólogo pensando que han tenido un amago de infarto cuando en realidad su problema es respiratorio”. Recibir menos oxígeno en el cerebro por la noche se traduce en cansancio diurno, somnolencia, falta de concentración. Hay pacientes que incluso lo definen como “si se levantaran con resaca”. Una vez que abren su corazón y sus vías respiratorias al otorrinolaringólogo o al especialista de una Unidad del Sueño, la pregunta es inmediata: “Doctora, ¿esto tiene cura?”, reconoce Machado. La respuesta es sí.
“El ronquido se produce por un colapso de las vías respiratorias debido a un aumento de grosor de la base de la lengua, por falta de tono muscular en los músculos de la boca y la garganta o por otras alteraciones anatómicas en los ángulos mandibulares”. Así que lo primero es comprobar dónde está el problema y, en su caso, derivar al paciente al especialista indicado, normalmente, el cirujano máxilofacial o el neumólogo. “Si el problema es por el excesivo tamaño de las amígdalas se puede proceder a su extirpación”, enumera Machado. “Si estorba el paladar o la base de la lengua hay una cirugía mínimamente invasiva con radiofrecuencia bipolar”. Es la denominada Coblation. Se realiza de forma ambulatoria, con anestesia local y la intervención apenas dura media hora.”Cuando el problema es de carácter maxilofacial, entonces sí que hay que recurrir a una cirugía más invasiva”. (© EL PAIS, SL. Todos los derechos reservados.)
Vanguardia.com

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