La Paz, Méx.- Muy molesto se encuentra el señor Juan José Medina, presidente municipal de La Paz, con quienes no están de acuerdo con sus actos de corrupción y contra quienes le exigieron obras en salud, educación, etcétera, precisamente el día de ayer cuando tenía que rendir su primer informe de gobierno.
Aunque, para él, ese deber que tiene para con el pueblo no es un acto cívico sino una pachanga, porque él así lo había preparado, en lugar de que fuese un acto oficial con el debido respeto al pueblo y al cabildo, como debe ser en una república, él lo preparó como si se tratara de un acto al estilo de la vieja monarquía francesa.
No contaba con que el pueblo no está de acuerdo con ese comportamiento, y menos tratándose de un alcalde que en todo un año no hizo prácticamente nada por ningún sector de la población de La Paz, ni para los niños, ni para los jóvenes, tampoco para los adultos ni para la tercera edad y, menos, para la mujer y los discapacitados.
¿Qué más podía esperar el señor Medina? ¿Acaso que aplaudiéramos su nulo trabajo? ¿O que lo nombráramos “el alcalde del año” por haber informado que en 365 días su obra más destacada fueron 42 miserables banquetas?
Al parecer el señor Medina quiere que festejemos las extorsiones que hacía valiéndose de su corralón clandestino o el haber pagado a precio de oro un terreno inservible que quedó de una antigua mina, y también piensa que debemos estar contentos con que para justificar esa compra lo quiera convertir en un nuevo tiradero a cielo abierto en la colonia Carlos Hank González, donde habitan cientos de familias.
También estará molesto porque en lugar de aplausos, lo que recibió fueron reclamos por no llevar una gota de agua a las comunidades de San Isidro y San Sebastián, para seguir obteniendo ganancias millonarias con las pipas propiedad de la familia Medina; y no es broma, amable lector, lamentablemente las pipas y el agua son un negocio familiar en La Paz.
¿QUÉ HARÍA USTED ANTE TANTO RECLAMO?
Ante todas estas denuncias, cualquier gobernante honesto y honrado reflexionaría y tomaría la decisión de corregir inmediatamente su política.
Pero el señor Medina, lejos de recapacitar, lo que hizo es anunciar que exigirá a Eruviel Ávila Villegas, gobernador del estado, la inmediata destitución del séptimo regidor municipal, el sociólogo Fernando González Mejía, quien es además destacado dirigente del Movimiento Antorchista.
Y es que desde que Medina comenzó con sus incumplimientos y malas acciones, los antorchistas han sido los únicos que se han atrevido a denunciar las corruptelas de Medina. Y lo seguirán haciendo porque nunca estarán de acuerdo con que los dineros del pueblo sirvan solamente para engordar los bolsillos de los gobernantes.
Así pues, pese a que el señor Juan José Medina haya instituido como delito el defender y apoyar al pueblo y pese a las amenazas de destituir al séptimo regidor, los antorchistas no renunciaremos al derecho de libertad de expresión y de opinión para denunciar cuantos actos ilegales sean cometidos por el señor Juan José Medina.
Aunque, para él, ese deber que tiene para con el pueblo no es un acto cívico sino una pachanga, porque él así lo había preparado, en lugar de que fuese un acto oficial con el debido respeto al pueblo y al cabildo, como debe ser en una república, él lo preparó como si se tratara de un acto al estilo de la vieja monarquía francesa.
No contaba con que el pueblo no está de acuerdo con ese comportamiento, y menos tratándose de un alcalde que en todo un año no hizo prácticamente nada por ningún sector de la población de La Paz, ni para los niños, ni para los jóvenes, tampoco para los adultos ni para la tercera edad y, menos, para la mujer y los discapacitados.
¿Qué más podía esperar el señor Medina? ¿Acaso que aplaudiéramos su nulo trabajo? ¿O que lo nombráramos “el alcalde del año” por haber informado que en 365 días su obra más destacada fueron 42 miserables banquetas?
Al parecer el señor Medina quiere que festejemos las extorsiones que hacía valiéndose de su corralón clandestino o el haber pagado a precio de oro un terreno inservible que quedó de una antigua mina, y también piensa que debemos estar contentos con que para justificar esa compra lo quiera convertir en un nuevo tiradero a cielo abierto en la colonia Carlos Hank González, donde habitan cientos de familias.
También estará molesto porque en lugar de aplausos, lo que recibió fueron reclamos por no llevar una gota de agua a las comunidades de San Isidro y San Sebastián, para seguir obteniendo ganancias millonarias con las pipas propiedad de la familia Medina; y no es broma, amable lector, lamentablemente las pipas y el agua son un negocio familiar en La Paz.
¿QUÉ HARÍA USTED ANTE TANTO RECLAMO?
Ante todas estas denuncias, cualquier gobernante honesto y honrado reflexionaría y tomaría la decisión de corregir inmediatamente su política.
Pero el señor Medina, lejos de recapacitar, lo que hizo es anunciar que exigirá a Eruviel Ávila Villegas, gobernador del estado, la inmediata destitución del séptimo regidor municipal, el sociólogo Fernando González Mejía, quien es además destacado dirigente del Movimiento Antorchista.
Y es que desde que Medina comenzó con sus incumplimientos y malas acciones, los antorchistas han sido los únicos que se han atrevido a denunciar las corruptelas de Medina. Y lo seguirán haciendo porque nunca estarán de acuerdo con que los dineros del pueblo sirvan solamente para engordar los bolsillos de los gobernantes.
Así pues, pese a que el señor Juan José Medina haya instituido como delito el defender y apoyar al pueblo y pese a las amenazas de destituir al séptimo regidor, los antorchistas no renunciaremos al derecho de libertad de expresión y de opinión para denunciar cuantos actos ilegales sean cometidos por el señor Juan José Medina.
Reporteros en Movimiento
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