sábado, 20 de diciembre de 2014

Perfilando

Por Iván Calderón

Condado Escamilla, corrupción.

No hay nada más imperativo que acabar de tajo con el cáncer social mexicano llamado “corrupción”.
El combate frontal a esta problemática en todo el territorio veracruzano es urgente y necesario.
Lamentablemente esta práctica en Veracruz, es cosa de todos los días.
En sí, forma parte de la memoria colectiva jarocha y tristemente ya no  espantan las noticias en relación a esta materia.
Y es que resulta verdaderamente penoso que quienes abracen las causas contra las corruptelas veracruzanas estén inmiscuidas en ellas.
Les cuento.
El pasado 11 de noviembre la legisladora perredista Ana María Condado Escamilla ofreció un posicionamiento ante la máxima tribuna veracruzana.
Allí, la diputada convidó hacerle frente a la corrupción, afrontar sus consecuencias con responsabilidad y a dar seguimiento a los casos que involucren a los servidores públicos.
Sin reservas, Condado Escamilla se vistió en piel de oveja ante los parlamentarios.
La congresista se hizo pasar como una blanca palomita.
Duramente, fue todo lo contrario.
Condado Escamilla en poco tiempo se tuvo que tragar cada una de sus palabras.
Bastaron sólo 47 días para que se le destapara su cloaca particular.
Con pruebas fehacientes y de primera mano a través del Notiver se denunció que la diputada era una aviadora.
Así tal cual, la legisladora pertenece también a la real fuerza aérea veracruzana.
En otras palabras, cobra en otro lado y sin trabajar.
En sí, la diputada local percibe más de 22 mil pesos al mes, anexos a su salario y canonjías en el congreso.
Ella cuenta con una plaza federal docente de primaria adscrita al municipio de Acayucan, con clave presupuestal 073012E028100700251.
Además de una plaza estatal de Telebachillerato, como profesora asociada C, adscrita a un plantel de Soconusco, con clave presupuestal 2312-340-3661-01592.
Vaya que desnudaron a la guapa legisladora, quién en vez de solicitar la indulgencia social ahora acusa que estas filtraciones son a causa de un revanchismo político. 
No cabe duda que la corrupción no respeta ni colores, ni ideologías partidistas, y mientras en un lado se descubren casitas, por otro se revelan placitas.
En fin, los hilos se revientan por lo más delgado, y a Ana María esta vez le tocó ser exhibida como un ejemplo más que el añejo mal de la corrupción se encuentra por todos lados.
En honor a la verdad, lo de la diputada y sus plazas es una burla más a los veracruzanos.
Esta vez ni su retórica acusatoria o sus baños de pureza la salvarán. 

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