Héctor Yunes, no va
Por: Iván Calderón
Ya está dicho. Héctor Yunes Landa no irá como candidato a la próxima gubernatura.
Al menos, por el Revolucionario Institucional.
Gracias a sus estomacales modos que lo hicieron padecer de una severa disentería verbal, Héctor ha sido bajado del caballo sucesorio.
El senador demostró tanto en Veracruz, como en el altiplano, ser un individuo con serias dificultades conductuales que lo enajenaron, y le hicieron perder su capacidad de razonamiento.
Este personaje, no figurará en el 2016.
Más claro, ni el agua.
Contrario a lo de Pepe Yunes, el choleno victima de su descendencia de la franja del estado islámico, expuso tan solo en una semana sentimientos insostenibles en un político de su altura.
Cólera, resentimientos y descontrol, son solo algunos de ellos.
Como sus primos lejanos, los extremistas irakies, Héctor, al estilo de su legítimo familiar Miguel Ángel Yunes Linares, pretendió torturar, decapitar, y estallar todo a su paso.
Con el “cañagate” y la mezcla volátil de sus infantiles arrebatos contra Javier Duarte, Héctor inició una guerra infructífera que lo perfiló a la debacle en sus aspiraciones actuales.
Sólo siete días bastaron, para que como kamikaze derrumbara su proyecto y así dejarle el camino libre a un José Yunes que va dando agigantados pasos rumbo al famoso bienio.
Pepe ha demostrado ser un hombre de acuerdos y consensos.
Mientras que Héctor, seriamente irritado, perdió de tajo la posibilidad de la necesaria alianza política que todos los priistas veracruzanos requieren para continuar en el poder.
Y es que también ya nadie le creía a Héctor Yunes.
Su apoyo de la estructura Duartista era más que evidente.
Yunes Landa se encontraba sumergido en lo más profundo del gobierno de la prosperidad.
Convenios publicitarios, vehículos, manejo de imagen, dinero en efectivo, apapacho político, y una larga lista de etcéteras, eran las canonjías de las que gozaba.
Yunes, el frenético, tenía todo lo que un precandidato pudiera desear.
Pero tampoco esto le alcanzaba.
Y en un soso desmarque luego de aceptar públicamente una caña de pescar de su más grande benefactor, y de regresarla en un monumental arrebato, el parlamentario reventó todos los acuerdos provocando que en el centro sonaran las alarmas y bajaran para sosegarlo.
Hay que decirlo, la política es de condiciones, y en los escenarios presentes o futuros, Yunes Landa no encaja.
El nombre de Héctor Yunes Landa no conviene ni al desarrollo del estado en un próximo gobierno de transición, ni mucho menos al engranaje del partido tricolor.
Pero por otro lado, no todo serán derrotas para el senador.
A Héctor como suele suceder con quienes son desplazados en intenciones políticas, le será ofrecida por el ejemplo, la nada despreciable titularidad del Infonavit donde con el uso de miles de millones de pesos, tendrá la oportunidad de ubicar a quienes se jugaron el pellejo con choleno.
Efectivamente, los aliancistas no quedarán en el desamparo.
Porque sin duda alguna, los priistas se pueden destrozar entre ellos, para jamás se harán daño.
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