martes, 26 de noviembre de 2013

Péndulo Político

Emiliano Carrillo Carrasco

ANTE LA FOCALIZACIÓN DE UNA NUEVA RELACIÓN ENTRE EL CAPITAL Y EL TRABAJO RENUMERADOR.

Apuesta el gobierno en turno, está fundamentado en un cambio en las relaciones económicas,  que todos tengan dinero en la cartera para satisfacer no sólo sus necesidades primarias de casa, vestido y sustento, sino sus aspiraciones espirituales de todo tipo, inclusive el descanso, la diversión y la relajación.  Tiene muy buenas intenciones de pasar a la historia como un reformador que intenta sentar bases para el futuro, el problema es el presente,  ante la crisis  desde 2008, y la continuidad de reglas impuestas por la tribu financiera ante su modelo económico neoliberal.
Entre los fenómenos de la erosión de la soberanía estatal, la globalización hay duda de que hay más problemática. En el discurso en torno al concepto de la globalización, la teología política que había actuado como un marco teórico a la hegemonía del Estado moderno segundo el modelo de Westfalia parece dar paso a una teología económica distinta: en el contexto actual de una economía globalizada, además, la crisis económica y financiera de 2008, la política y la legislación están experimentando una transformación decisiva ahora claro para todos: los valores de referencia no parecen ser los indicados por la Constitución, pero tano se convierten en los objetivos económicos y financieros relacionados, de vez en cuando, la reducción de la propagación, en busca de la triple A, a la adoración del producto interno bruto y el crecimiento, la reducción del gasto y la deuda pública.
Las políticas clásicas son ya caducas y están fallando inclusive en los modelos económicos en donde fueron inventadas, como el caso del país más poderoso del planeta, cuya  economía va que vuela a la bancarrota (nadie puede negar que el capitalismo al estilo del Consenso de Washington está de salida), lo ideal de nuestro partido en el gobierno por lo  menos que se puede hacer es idear, imaginar nuevos caminos hacia lo que llamaría una "economía de la serenidad o mas bien de reencuentro de bienestar que permita establecer el verdadero rol del Estado  como eje de desarrollo interno" (no estoy pensando en una economía planificada, que ha mostrado hasta el hartazgo su falta de realismo), en la cual haya armonía y equilibrio - serenidad - entre el Capital y el Trabajo.
No se vale el engañoso optimismo, cuando de 48 millones de personas con empleo, por decir algo, sin juzgar la calidad del empleo, sólo 16 millones 508 mil 845 digamos que medio gozan de una seguridad social (ISSSTE e IMSS) en bancarrota. Y tampoco podemos presumir de que los trabajadores inscritos en el seguro social, al 30 de septiembre, hayan crecido en 475 mil 750 (3 %).
LA GLOBALIZACIÓN, LA SOBERANÍA DEL MERCADO Y DE LOS INTENTOS DE CONTROLAR.
La globalización económica y financiera ha provocado la pérdida de significado en lo que se consideraba un dogma: el nomos de la soberanía del Estado y el orden internacional que se basa en eso. Es así que rompió el (Einheit) orden combinada (Ordnung) y localización (Ortung), que caracteriza a la ley y el Estado de acuerdo con la doctrina del derecho publico Europeo. Los más significativos se reunieron alrededor de los profundos que reflejan cambios en la relación entre el Estado y el mercado, lo que creó las condiciones para el surgimiento de un nuevo nomos globales, a-espacial, un temporal, a-social,-político. Este es un factor de la crisis del Estado de bienestar, por lo menos en la medida en que la fórmula política tenía con sentido  para garantizar un equilibrio entre el capital y el trabajo.  En este variado entorno empresarial global, de hecho, se hace más fuerte a través de la libertad de los mercados que se desataron de nuevo la supresión de lo que a había conquistado en el Estado, a saber, la libertad de mercado. Es interesante desde este punto de vista, la interpretación dada por Theodore J.Lowi al tratarcon el concepto de la penetración para indicar que la principal amenaza para el Estado.
La globalización se define como un negocio a una escala sin límites, que no se rige por la mano invisible, sino por la mano visible de las grandes corporaciones multinacionales. La penetración de estas entidades dentro del estado, como un cuchillo cortando mantequilla, no se limita sólo al comercio de bienes, sino que involucra progresivamente el mercado de las ideas, la moral, las normas y, en particular, de las religiones. Y parece que los errores seguirán. Uno, y muy grande, será la imposición, con los votos de sus amigos, de la reforma energética, que seguramente despertará el malestar de la ya de por sí enojada clase media.

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