lunes, 26 de junio de 2017

Columna Sin Nombre

LAS CONSECUENCIAS DE LA BRAVUCONERÍA

Por: Pablo Jair Ortega

Desencajado, así salió el gobernador a dar la cara frente a su camarita para el Tuiter y el Feis… ¿Ya le habrá caído el veinte, señor gobernador? ¿Ya entendió por fin que ha sido rebasado? ¿Ya entendió que Veracruz no es un estado cuyos problemas de seguridad se resuelven vía Periscope o saliendo a pasear de la manita con Téllez Marié para tomarse la foto en el café como un par de enamorados?
Y discúlpeme por recordárselo, pero fue una promesa/estrategia de campaña el utilizar el tema de la inseguridad para elevar sus bonos políticos y afianzar con necedad su nefasto proyecto político/familiar.
Están matando veracruzanos que usted prometió proteger, señor gobernador.
Desde campaña usted se la pasó pregonando que era el muchacho chicho para combatir a los delincuentes en Veracruz. Hizo hasta comerciales acá muy “modertnos” donde se le veía poniendo los dedos en una pantalla, en un iPad, así como un promocional mal hecho de CSI Región 4.
Todo mundo le recuerda --y usted acaba de admitirlo-- que ya pasaron esos 6 meses que usted se impuso como plazo para terminar con la inseguridad en Veracruz. Repitió eso hasta el cansancio como así se lo sugirieron sus asesores de campaña.
Hoy la realidad le explota en la cara, señor gobernador: sus estrategias simplemente no funcionan, como tampoco le funcionaban a Duarte y usted criticaba en abierto o alentaba a sus aliados para que el tema fuese viralizado. Hizo crecer el tema de la delincuencia en Veracruz porque así le convino en el momento para venderse como el salvador de la entidad; porque así convenía para ganar votos.
Sus discursos incendiarios, espectáculos mediáticos y filtraciones burdas a la prensa (como lo hacía Duarte), lo único que han logrado es que usted hoy esté cosechando el encono de una sociedad que ya está harta. Y en medio de ese encono, la violencia crece, creció, mucho. Demasiado.
Estaba (y, al parecer, lo sigue estando) más preocupado en las intrigas, en los susurros, en la perversidad política, que en verdaderamente planear estrategias de seguridad… ¿Por qué nunca llegó el general de alto rango del Ejército a la Secretaría de Seguridad Pública? ¿Acaso el Ejército le dio la espalda y no quiso involucrarse con usted más allá de prestarle elementos como la Policía Militar que no está bajo su mando?
Cuando fue gobernador electo, siguió usando el discurso del odio para, según usted, aplastar a lo poco que quedaba de sus “enemigos”. Siguió por esa postura belicosa donde incluso dijo que no lo querían dejar llegar a gobernar Veracruz porque usted tenía una información que cimbraría al estado.
Una vez instalado como mandatario estatal, siguió la bravuconería: como ya sus “enemigos” (al menos una parte) eran perseguidos, ahora prefirió buscar un nuevo reto en la delincuencia organizada, quienes ya también le contestaron de frente por una sencilla razón: no tienen nada qué perder y sí mucha carne de cañón gracias al desempleo que se ha generado en los últimos meses, a las deudas, al hambre.
El problema, señor gobernador, es que los platos rotos ya lo comenzaron a pagar inocentes, como el caso de los tres empleados de una empresa de anuncios espectaculares. Así como su cuate Chong decía “Ya sabemos quiénes son y vamos por ellos”, entonces ¿por qué demonios entonces no los han capturado? ¿No que había trabajo de inteligencia? ¿Quiere que este estado, como dicen en la película de “El Infierno”, se convierta en un país de soplones sin que haya garantía alguna de que el mismo gobernador ventile quién pasa la información como sucede con las cámaras del restaurante La Bamba?
Y a lo mejor tenga usted alguien que le endulce el oído diciéndole “Todo está bien, bebé, no pasa nada”… Hoy usted dice que no niega la realidad como la negaba Duarte, pero ya está cayendo en el mismo discurso del odiado ex gobernador; usted dice que es un asunto entre malosos, y lo mismo decía el que está detenido en Guatemala.
Ya mataron niños, como también casi le pasa a Duarte cuando tiraron una granada en el Acuario de Veracruz. Y ya de paso dijo en su mensaje que el papá de los chavitos estaría involucrado en un evento de delincuencia… como lo hacía Duarte.

En resumen, nada ha mejorado, todo ha empeorado y usted está más clavado en el asunto electoral y en posicionar a su vástago como gobernador en 2018 mientras a Veracruz se lo está llevando el carajo.
Tiene una guerra abierta, de frente con la delincuencia organizada, y están pagando el pato inocentes o policías que deberían por lo menos echarse tranquilamente un coctel de camarones.
Ese es el estado fallido que hoy tenemos gracias a usted. Es el estado fallido que le entregaron y no ha podido resolver en el tema de seguridad, porque usted anda pensando en la grande (no es albur); o anda pensando en la grande de Osorio Chong o la de Anaya; usted anda pensando en todo lo que sea para seguir teniendo poder político y dinero, pero perdió el piso de la esencia de la política: servir.
Hoy tiene usted enfrente las consecuencias de la bravuconería y recurre a su arma más adecuada para estos momentos: refugiarse en la zalamería de las redes sociales, donde un ejército etéreo de cibernautas lo felicita, le echa flores, cebollazos, halagos… Igual como cuando Gina Domínguez contrataba usuarios falsos para alabar a Duarte.
Este sábado la violencia llegó a extremos que no deberían llegar: 4 niños masacrados por balas. El mayorcito tenía 6 años.
También mataron a un jefe de la Policía Federal a quien muchos reconocen como un buen elemento. Fue masacrado a balazos en un restaurante familiar y muy popular de Cardel, donde muchos llegamos a desayunar o a comer; cientos de familias diariamente van a “La Bamba” como parte de una tradición de viajeros.
Hubo mucho más muertos. De hecho, según los conteos en medios, hay alrededor de 10 asesinados diarios con violencia. Este sábado, según cuentas de periodistas, hubo por lo menos 19.
Y quizás recurra a la vieja confiable de barrer para atrás: “Me dejaron así el estado”, “Duarte y Fidel metieron a la delincuencia”, “No nos van a intimidar”, “En poco tiempo no podemos combatir lo que hicieron en 12 años”, mientras sigue jugando a hacerle al perito en la escena del crimen, al policía que evita saqueos, al chavorruco influencer de las redes sociales.
Asuma su responsabilidad, señor gobernador: está fallando usted. Nadie más está cosechando lo que usted se está llevando.
EPÍLOGO POLICIACO: De acuerdo al portal EjeCentral que dirige el periodista Raymundo Rivapalacio, el jefe policiaco Camilo Castagné tuvo varios operativos contra huachicoleros en la entidad. Ante el crimen, la pregunta: ¿por qué el más alto mando de la Policía Federal en Veracruz andaba casi sin escoltas en una zona caliente? (basta recordar las caravanas de gente armada que protegía a Bermúdez, que rayaban casi en la exageración). Cardel también es conocido por ser un lugar estratégico incluso para la delincuencia organizada: el restaurante La Bamba es un punto ubicado en la salida de Cárdel con rutas hacia el norte, centro y sur de Veracruz, con facilidad para escape por ser vías de alta velocidad. Cerca hay un cuartel de la Fuerza Civil, en la comunidad San Pancho (también refugio de malandros) y había antes un retén de Marinos en la caseta de La Antigua. ¿Valía la pena exponerse de esa manera y de paso exponer a los comensales?
EPÍLOGO GRILLO: Dicen que la Asamblea XXII del PRI viene cargada de sorpresas y entre ellas los nombres de los próximos candidatos, de entre todos ha sobresalido uno: Omar Gómez-García, quien ya fue candidato a Diputado Federal Plurinominal y hoy se escucha que será candidato. Sin duda su cercanía a la militancia a través de las redes sociales y su apertura crítica lo hacen una carta fuerte para el Congreso Local. Habrá que seguir los pasos en estos meses del joven PRIMx.
EPÍLOGO ANALÍTICO: Fragmento del texto del periodista Juan Antonio Valencia, experto en temas policiacos y nota roja: “La realidad asusta, la verdad incomoda, pero hay que informar si te gusta el periodismo (no la comunicación) ya sabes de que se trata; de la cruda realidad, de no ocultar lo que acontece, basados en una falsa ética, o que no trastoque los linderos del morbo”.

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