Por Salvador González Briceño*
LA TROIKA ESTÁ DE PLÁCEMES
El Eurogrupo está feliz. Habrá que preguntar el estado de ánimo de los griegos que habían puesto todas sus esperanzas en el partido de “izquierda radical” Syriza, así como en el gobierno de Alexis Tsripas y su ministro de finanzas, Yanis Varufakis.
Pronto se verá el impacto de las medidas “enviadas” a exigencia de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), y que tomará el gobierno de Tsripas en el corto plazo. Todas las medidas resultaron “suficientemente completas”, a criterio de la Comisión. Bueno, diría la directora del FMI, Christine Lagarde, la propuesta “no es muy específica”, pero “creo que cubre los amplios temas que deberían estar en la agenda del nuevo gobierno de Grecia”.
El caso es que resultaron “satisfactorias”, a requerimiento del control financiero de los acreedores europeos, con Alemania a la cabeza, el principal beneficiado de la postura de Tsripas. Dichas son, las principales: que el gobierno heleno se compromete a no dar marcha atrás a las privatizaciones que están completas, revisando las que están por iniciarse y que puedan generar valor en el largo plazo; sin renunciar a los proyectos de gobierno, sin embargo hay poco margen para luchar contra la crisis humanitaria; medidas como luchar contra la corrupción, el contrabando y el fraude fiscal, acciones para contener el gasto de Estado, mejorar la administración pública e incrementar la recaudación de impuestos y las cotizaciones al seguro social.
Habrá acciones para la protección de los hogares por debajo de un determinado umbral de ingresos (sic), para evitar los desahucios de primeras viviendas, pero agilizando la persecución de los “morosos estratégicos”. Las medidas, mejor dicho los recortes, fueron enviados por Varufakis al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, a los representantes de la troika, el ejecutivo comunitario, el BCE y el FMI.
Por tanto, el nuevo gobierno de Grecia ha tirado por la borda cualquier oportunidad de salir de las presiones de la zona euro. Tsripas y Varufakis no supieron, no pudieron o no quisieron explorar acciones más firmes hasta alcanzar una negociación más benéfica para el pueblo griego. ¿Por qué no insistir para lograr mejores condiciones, a lo que tanto temía la troika, presionando con la salida de la Eurozona? ¿Por qué no insistir a Alemania para que cubra los adeudos por los daños causados por los nazis durante la II Guerra Mundial, por los 100 mil millones de euros? ¿Por qué no llamar a la población a votar por un listado antes que enviarlo a los acreedores; siquiera que opinasen, porque era la única oportunidad y esperanza? ¿Por qué no obligar a los banqueros voraces, incluso sin negarse a pagar, a hacerlo en tanto una mejora en las condiciones del mercado interno griego? ¿Por qué, incluso, presionar acudiendo a otras fuentes de financiamiento externo, como el apoyo de los BRICS?
De Tsripas se esperaría la cerrazón, conste que es el líder izquierdista. ¡Pero de Varufakis, que se puede poner de tú a tú con los mismísimos líderes de la troika? ¿Acaso se ignora que las medidas adoptadas no son sino más de lo mismo? Y que eso traerá peores condiciones de vida para la población, tanto en el mediano como el largo plazo (cuando, “¿todos estaremos muertos?”). Todavía más: ¿no se consideró la opción de un llamado de “unidad nacional” —o su equivalente—, para conseguir un acuerdo de consenso y con la opinión o aceptación general, empresarios incluidos?
Ese era el plan de Syriza, ¿ganar para seguir iguales? En dónde se quedan las oportunidades para la gente en la vieja Europa. ¡Para no hablar de la desUE, y de los países en profunda crisis? Grecia perdió. Los europeos y el mundo también. ¡Y desde la izquierda!, que no supo imaginar otra salida que la restrictiva, de austeridad y neoliberal. Por eso la troika está de plácemes. Habrá, insisto, que preguntar a los griegos.
LA TROIKA ESTÁ DE PLÁCEMES
El Eurogrupo está feliz. Habrá que preguntar el estado de ánimo de los griegos que habían puesto todas sus esperanzas en el partido de “izquierda radical” Syriza, así como en el gobierno de Alexis Tsripas y su ministro de finanzas, Yanis Varufakis.
Pronto se verá el impacto de las medidas “enviadas” a exigencia de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), y que tomará el gobierno de Tsripas en el corto plazo. Todas las medidas resultaron “suficientemente completas”, a criterio de la Comisión. Bueno, diría la directora del FMI, Christine Lagarde, la propuesta “no es muy específica”, pero “creo que cubre los amplios temas que deberían estar en la agenda del nuevo gobierno de Grecia”.
El caso es que resultaron “satisfactorias”, a requerimiento del control financiero de los acreedores europeos, con Alemania a la cabeza, el principal beneficiado de la postura de Tsripas. Dichas son, las principales: que el gobierno heleno se compromete a no dar marcha atrás a las privatizaciones que están completas, revisando las que están por iniciarse y que puedan generar valor en el largo plazo; sin renunciar a los proyectos de gobierno, sin embargo hay poco margen para luchar contra la crisis humanitaria; medidas como luchar contra la corrupción, el contrabando y el fraude fiscal, acciones para contener el gasto de Estado, mejorar la administración pública e incrementar la recaudación de impuestos y las cotizaciones al seguro social.
Habrá acciones para la protección de los hogares por debajo de un determinado umbral de ingresos (sic), para evitar los desahucios de primeras viviendas, pero agilizando la persecución de los “morosos estratégicos”. Las medidas, mejor dicho los recortes, fueron enviados por Varufakis al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, a los representantes de la troika, el ejecutivo comunitario, el BCE y el FMI.
Por tanto, el nuevo gobierno de Grecia ha tirado por la borda cualquier oportunidad de salir de las presiones de la zona euro. Tsripas y Varufakis no supieron, no pudieron o no quisieron explorar acciones más firmes hasta alcanzar una negociación más benéfica para el pueblo griego. ¿Por qué no insistir para lograr mejores condiciones, a lo que tanto temía la troika, presionando con la salida de la Eurozona? ¿Por qué no insistir a Alemania para que cubra los adeudos por los daños causados por los nazis durante la II Guerra Mundial, por los 100 mil millones de euros? ¿Por qué no llamar a la población a votar por un listado antes que enviarlo a los acreedores; siquiera que opinasen, porque era la única oportunidad y esperanza? ¿Por qué no obligar a los banqueros voraces, incluso sin negarse a pagar, a hacerlo en tanto una mejora en las condiciones del mercado interno griego? ¿Por qué, incluso, presionar acudiendo a otras fuentes de financiamiento externo, como el apoyo de los BRICS?
De Tsripas se esperaría la cerrazón, conste que es el líder izquierdista. ¡Pero de Varufakis, que se puede poner de tú a tú con los mismísimos líderes de la troika? ¿Acaso se ignora que las medidas adoptadas no son sino más de lo mismo? Y que eso traerá peores condiciones de vida para la población, tanto en el mediano como el largo plazo (cuando, “¿todos estaremos muertos?”). Todavía más: ¿no se consideró la opción de un llamado de “unidad nacional” —o su equivalente—, para conseguir un acuerdo de consenso y con la opinión o aceptación general, empresarios incluidos?
Ese era el plan de Syriza, ¿ganar para seguir iguales? En dónde se quedan las oportunidades para la gente en la vieja Europa. ¡Para no hablar de la desUE, y de los países en profunda crisis? Grecia perdió. Los europeos y el mundo también. ¡Y desde la izquierda!, que no supo imaginar otra salida que la restrictiva, de austeridad y neoliberal. Por eso la troika está de plácemes. Habrá, insisto, que preguntar a los griegos.
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