Veracruz.- Son tantos los afectos que el Gobernador Javier Duarte de Ochoa guarda a su anterior Secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita –quien, a juicio del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, es en realidad su prestanombres-, que el lugar que ocupaba el “chilango” hasta antes de su inesperada renuncia será guardado con celo, a tal grado que el mayor José Nabor Nava Olguín se mantendrá al frente de esa dependencia, pero sólo como encargado del despacho hasta el final de esta infausta administración que por fortuna concluye en el último minuto de Noviembre.
Nava Olguín podrá ser un destacado elemento del glorioso Ejército Mexicano, que tiene toda la preparación, el conocimiento y la experiencia y que ha venido trabajando desde el inicio de la administración e, incluso, de mucho antes en la Secretaría de Seguridad Pública, pero el asiento de Bermúdez es sagrado y nadie lo ocupará, por instrucciones de Duarte de Ochoa.
Vamos, hasta podría ser posible mandarlo colocar en una urna de cristal para que el pueblo veracruzano lo adore, como se adora en Venezuela la espada de Simón Bolívar, o el sable de Napoleón Bonaparte, en Francia, pues de ese tamaño son los compromisos e intereses.
Olguín se ha desempeñado como subsecretario de Seguridad Pública en la actual administración estatal e incluso también ocupó un cargo en el sexenio de Fidel Herrera.
Pero no será un jefe de despacho, confirma Javier Duarte, sino un encargado de la Secretaría de Seguridad Pública, aun cuando cuenta con los exámenes de confiabilidad aprobados, además de que es un mayor del Ejército Mexicano originario de Minatitlán, y no un neófito en la materia oriundo del Distrito Federal, como lo es Arturo Bermúdez.
Como fuera, Nava Olguín cuenta con el visto bueno del Gobernador para mantenerse al frente de dicha dependencia estatal, pero la silla de Bermúdez no la ocupará.
Nava Olguín podrá ser un destacado elemento del glorioso Ejército Mexicano, que tiene toda la preparación, el conocimiento y la experiencia y que ha venido trabajando desde el inicio de la administración e, incluso, de mucho antes en la Secretaría de Seguridad Pública, pero el asiento de Bermúdez es sagrado y nadie lo ocupará, por instrucciones de Duarte de Ochoa.
Vamos, hasta podría ser posible mandarlo colocar en una urna de cristal para que el pueblo veracruzano lo adore, como se adora en Venezuela la espada de Simón Bolívar, o el sable de Napoleón Bonaparte, en Francia, pues de ese tamaño son los compromisos e intereses.
Olguín se ha desempeñado como subsecretario de Seguridad Pública en la actual administración estatal e incluso también ocupó un cargo en el sexenio de Fidel Herrera.
Pero no será un jefe de despacho, confirma Javier Duarte, sino un encargado de la Secretaría de Seguridad Pública, aun cuando cuenta con los exámenes de confiabilidad aprobados, además de que es un mayor del Ejército Mexicano originario de Minatitlán, y no un neófito en la materia oriundo del Distrito Federal, como lo es Arturo Bermúdez.
Como fuera, Nava Olguín cuenta con el visto bueno del Gobernador para mantenerse al frente de dicha dependencia estatal, pero la silla de Bermúdez no la ocupará.
Gobernantes
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