jueves, 19 de junio de 2014

Editorial Bamba Política

BULLYING , UNA VERDAD COLECTIVA “INTRASCENDENTAL”

Bullying, una palabra relativamente nueva para hablar de un problema ancestral, aquella conducta inexistente para quienes cierran los ojos a una realidad tan palpable en casi toda la vida escolar y que afecta de manera determinante las relaciones personales y la vida futura de quienes la padecen. Un problema tan grave dentro de nuestra sociedad pero desafortunadamente tan nimio que apenas es visible ante nuestros ojos. Aquel que se define como la intimidación, el abuso, el maltrato físico y psicológico de un niño o grupo de niños sobre otro u otros.  
En la actualidad vivimos una época en la cual la desvalorización por la vida es cada vez mayor y el valor por lo material se ha vuelto lo trascendental. Una época con carencias afectivas y educativas, pérdida de nuestros valores, por eso el maltrato entre compañeros que parte de una relación desigual de medios y recursos, da como recompensa el poder y control de los más fuertes ante la mirada impasible de los adultos responsables.
Dentro de los obstáculos sociales que evitan el crecimiento y desarrollo de una sana sociedad hoy por hoy es el tan mencionado Bullying, aquel que tanto daño ha llegado a causar principalmente dentro de las escuelas y del cual –  como varios problemas – ocupamos hoy por día el primer lugar. El bullying que fue destacado por las ciencias sociales a finales del siglo veinte como una conducta inadmisible, recurrente y creciente en las escuelas principalmente.  
Dentro de este problema intervienen todos los factores socioculturales, políticos y económicos de nuestra comunidad, donde todos aquellos hechos de violencia que vivimos día con día afectan y repercuten en cada uno de nosotros, por lo que – y de acuerdo a ciertos estudios – se van creando tanto victimas como victimarios, es decir, desde aquellos niños que su respuesta siempre será la agresión hasta aquellos en los cuales será aceptar esa violencia como forma de vida. Y en donde debemos hacer hincapié en que “La violencia se origina en el mundo adulto y en los ambientes institucionales que a su vez crean el espacio de los niños”.
Dentro del bullying se da todo tipo de violencia, desde la física, psicológica, verbal, gesticular y cibernética. De las cuales abarca desde minimizar al otro, las burlas, amenazas y chantaje hasta cachetear, pegar, ahorcar, incluso dejar secuestrado al compañero dentro del salón de clases y violar.
Ahora, si bien es cierto que se ha intentado recientemente abordarlo desde la perspectiva política-social, debemos recordar que el aprendizaje – nuestro pan de cada día – es aquel que nos va formando y sensibilizando a los problemas con nuestros compañeros y nuestra sociedad. Por lo que uno de sus principales dilemas para el abordaje de la violencia escolar es su naturalización en lo cotidiano, la manera de verlo como algo convencional y normal, algo propio de la cultura escolar. Observar como la obediencia ciega al líder o bien al grupo social, ese comportamiento puramente egocéntrico alrededor del poder adquirido se ha instaurado generando que la convivencia generacional-social y el respeto a los diversos grupos se vaya mermando, vaya desapareciendo, en gran medida porque vivimos en un mundo en el cual el ser violento – sin importar en que forma – se ha convertido en un valor social, aquel que nos da un estatus, una posición, respeto, un impulso para “trascender” en la comunidad, así pues aunado a una sociedad de consumo en donde por lo que se tiene en bienes da una distinción en un determinado círculo social y en donde los gobiernos nos inculcan una actitud competitiva, se genera una “guerra o pelea perpetua” de distinción. Dando origen a que las personas que no cuentan con los medios o bien tienen pocas opciones pueden elegir aquellas que resultan más fáciles tales como el vandalismo, robo y otras actividades delictivas, esperando la integración al círculo social de “elite”.
El bullying daña todos los ámbitos de la personas que lo sufre, de forma inmediata en la convivencia cotidiana y a largo plazo, donde el recordar estas experiencias negativas generan tristeza y amargura, como lo señala Hirigoyen: "Cuando las víctimas no consiguen desembarazarse del dominio, su vida puede quedar detenida en el trauma: su vitalidad se embota, su alegría de vivir desaparece y las iniciativas personales se vuelven imposibles”.
En un tema tan complejo y con diversos puntos que trastocan a la humanidad, no se puede abarcar lo inmenso del tema que se requiere, tanto en el análisis como en una conclusión inmediata, abramos  pues bien todos los sentidos, escuchemos a los que nos rodean y tal vez de esta manera, logremos mejorar toda aquella violencia educativa-social que daña tanto a cada uno de los miembros de nuestra sociedad.  Debemos crear una verdad colectiva a través del habla, del diálogo, dejemos de tener “Víctimas de una autonomía moral sin referencia a ninguna autoridad o norma ajena al alumno”.
Para finalizar solo me gustaría dejar la siguiente cita para reflexión hacia nosotros y a los que nos rodean: La violencia no puede hablar; se vive, se expresa, trabaja al nivel de una marca sin mediaciones (sin lenguaje) sobre el cuerpo y el espíritu. El discurso de la supresión es el de cuerpo a cuerpo y su ser (el perseguidor) no tiene otra finalidad que la da transformar a un sujeto que podría ser deseante en un cuerpo a abatir (Bataille, cit. en Enriquez, 1989:90).

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