Estado de México.- “En Lechería y Huehuetoca ya son muchos, yo en aventón y ratitos caminando me vengo pa’ acá, está más tranquilo, somos menos”, dice un migrante que se encuentra sobre la Vía Gustavo Baz, pidiendo ayuda para alimentarse.
Él es parte de decenas de migrantes que a diario se observan pidiendo ayuda en diferentes vialidades, ya no sólo de la zonas de Tultitlán y Huehuetoca, donde bajan del tren, sino también sobre la autopista México-Querétaro en Cuautitlán Izcalli; la avenida Primero de Mayo, en Naucalpan y en Gustavo Baz y Mario Colín, en Tlalnepantla.
Desde hace dos semanas llegó a la zona junto con otros dos migrantes, sus “compas”, como dice el hondureño, que mutuamente se ayudan para sacar la “papa” y pagar un cuarto de hotel por 100 pesos para pasar la noche.
Relata que llegó al Estado de México a bordo de la Bestia, se bajó en Lechería, donde permaneció dos días, después decidió salir de la zona a un lugar menos “acaparado” por migrantes que al igual que él ya no tienen recursos para seguir su camino a la frontera norte.
Visiblemente cansado, descuidado en su aseo personal pide a los automovilistas ayuda para comprar alimentos; reconoce que son pocos los que acceden a su petición, pero “de poquito en poquito sacamos para poder dormir en un techo y comer, además hay seños que hasta nos traen de comer”.
Desde hace unos meses, la presencia de migrantes en municipios no tan cercanos a la zona donde para la Bestia, se ha incrementado, ahora se les puede encontrar en vialidades primarias en los límites con el Distrito Federal, aun cuando en esos puntos no hay albergues para brindarles atención.
Él es parte de decenas de migrantes que a diario se observan pidiendo ayuda en diferentes vialidades, ya no sólo de la zonas de Tultitlán y Huehuetoca, donde bajan del tren, sino también sobre la autopista México-Querétaro en Cuautitlán Izcalli; la avenida Primero de Mayo, en Naucalpan y en Gustavo Baz y Mario Colín, en Tlalnepantla.
Desde hace dos semanas llegó a la zona junto con otros dos migrantes, sus “compas”, como dice el hondureño, que mutuamente se ayudan para sacar la “papa” y pagar un cuarto de hotel por 100 pesos para pasar la noche.
Relata que llegó al Estado de México a bordo de la Bestia, se bajó en Lechería, donde permaneció dos días, después decidió salir de la zona a un lugar menos “acaparado” por migrantes que al igual que él ya no tienen recursos para seguir su camino a la frontera norte.
Visiblemente cansado, descuidado en su aseo personal pide a los automovilistas ayuda para comprar alimentos; reconoce que son pocos los que acceden a su petición, pero “de poquito en poquito sacamos para poder dormir en un techo y comer, además hay seños que hasta nos traen de comer”.
Desde hace unos meses, la presencia de migrantes en municipios no tan cercanos a la zona donde para la Bestia, se ha incrementado, ahora se les puede encontrar en vialidades primarias en los límites con el Distrito Federal, aun cuando en esos puntos no hay albergues para brindarles atención.
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