jueves, 26 de marzo de 2015

LA LIEBRE Y LA TORTUGA EN NEZA

De Vero

Cierto día, en Cd. Nezahualcóyotl, se encontraron dos conocidos personajes.
Era una tortuga vestida de amarillo con un sol azteca en el pecho, mientras que la otra: una liebre, vestida toda de tricolor con un águila devorando una serpiente.
La liebre, que estaba acostumbrada a ganar todas las carreras, se burlaba de las cortas patas y de la lentitud de la tortuga al caminar.
“Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia”-le dijo la tortuga a la liebre.
La liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto y propusieron a la zorra que señalara las reglas de la competencia.
-Sería una competencia que duraría muchas semanas-
Ambas se registraron como candidatas a la carrera.
Sin embargo, salida de la oscuridad¸ apareció una fugaz comadreja; vestida de tricolor, dispuesta a ganarle a la tortuga. Se filtró su postulación al gran evento, pero los adversarios de esta corredora, desde su anuncio, la consideraron una competidora arribista y sin representatitividad entre los espectadores de su color.
En su primera presentación en público, en un acto de calentamiento, fue repudiada severamente por sus camaradas.
Un día después, la eliminaron como competidora debido a las acaloradas protestas provenientes de sus propios compañeros.
Como relevo de ésta, se nombró a una rápida y culta liebre, sin arraigo en su población; sin aceptación entre los de su color, sin fuerza en sus piernas y así, a la hora del registro, nuevamente hubo protestas, críticas y descalificaciones.
A pesar de todo, se llevó a cabo su registro porque así lo dispusieron quienes lideraban a los tricolores.
En las semanas subsecuentes, aparecieron en diversos lugares del estadio, leyendas que decían: ¡fuera lenta liebre, tú no eres de nuestro corral!
Este rechazo le daba gusto a la sonriente tortuga, que a la vista de todos empezaba a realizar un severo calentamiento.
Mostraba el musculo que ya había desarrollado. El público le aplaudía y hablaban muy bien de todo lo que hacía.
Por su parte, la liebre muy desconcertada, solo acertaba a decir que ganaría la carrera y que tenía gran experiencia en carreras con hormigas muy veloces.
En los pasillos por donde se movían los apostadores, se escuchaban voces acerca de que las liebres, últimamente estaban en picada y eran abucheadas en todos los estadios donde se presentaban.
Se decía que, esta liebre, no ganaría ni siquiera en el corral de donde procedía.
La tortuga, por su parte, muy segura por todo lo que realizaba le dijo a la liebre: “Puede que seas veloz como el viento, así como tú lo dices, pero yo te ganaré”
Los tricolores sabían que la liebre no tenía una adecuada estrategia de entrenamiento. No se sabía si su equipo tenía la experiencia en estos menesteres, a pesar de sus grandes triunfos con las hormigas.
Por eso es que, aún cuando se realizó la convención de los tricolores, para aprobar su participación en la mencionada competencia, seguían escuchándose voces de repudio.
Y, así fue como dio inicio la carrera.
Arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento pero constante paso, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida en sus laureles. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado a la meta y conseguido la victoria.
¡Era de esperarse!
La tortuga llenó de aplausos el estadio y la sorprendida liebre fue despedida con abucheos.

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