Por Tolentino Román
Edomex.- Mucho se ha dicho en el actual sexenio por los gobiernos federal y estatal, que la reforma educativa es uno de los cambios más importantes de las llamadas reformas estructurales, con miras a que nuestro país salga de la mediocridad académica y del sótano vergonzoso en que se ubica México cuando se evalúan los 32 países de la OCDE, y se califican a nuestros alumnos en el terreno de las matemáticas y el dominio del español. En defensa de tal reforma, el señor Presidente de la República, Enrique Peña Nieto y el señor gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, al unísono, han reiterado que dicha reforma va en serio, que la evaluación docente nadie la frenará y luego, recientemente, se ha publicitado que arrancando el año 2016, se invertirán 50 mil millones de pesos en la construcción y reconstrucción de aquellos centros educativos más deteriorados del país, para que el maestro enseñe y el alumno aprenda en condiciones más dignas, decisión que, de ser cierta y de aplicarse cabalmente (o sea, sin recortes ni desvíos de recursos) resulta inédita en la historia del país, aunque insuficiente para cubrir todas las necesidades, por lo que debería considerarse dicha inversión sólo como una primera etapa, pero esa es otra cosa.
Antorcha, por razones de principios de toda la vida, está de acuerdo con elevar el nivel académico del profesorado y, por consecuencia, del estudiantado, aunque consideramos que la reforma educativa no tocó aspectos esenciales, por ejemplo, la necesidad de elevar la inversión del Producto Interno Bruto (PIB) siquiera al 10 por ciento (en vez del 4.5 por ciento que ahora se invierte) al rubro educativo para, así, elevar los salarios de los maestros y disminuir el número de alumnos por profesor, lo cual permitiría eliminar el multichambismo del maestro y aumentar la atención de cada alumno como ocurre en otros países, por ejemplo Noruega, donde un maestro tiene a su cargo a sólo 10 alumnos y es, hoy por hoy, el país con más alto nivel académico del mundo, por encima incluso de los Estados Unidos. Antorcha celebró, también, que se haya elevado a rango constitucional, el derecho de todo mexicano a estudiar el bachillerato y la obligación del Estado de proveer todo lo necesario para que el estudiante de hoy alcance siquiera ese nivel, aunque nuestro anhelo es más alto, es decir, el Estado debería asumir la obligatoriedad del nivel licenciatura, como sucede por ejemplo en Cuba que cuenta con muchos menos recursos que México.
Pues bien, como ya lo he denunciado públicamente, ocurre que en el importantísimo municipio de Ecatepec, pareciera que los alcaldes de este trienio (Pablo Bedolla López, primero, y Sergio Díaz Hernández, después) van exactamente en sentido contrario al espíritu de la reforma y a las palabras bonitas que pronuncian nuestras autoridades federales y estatales. En Ecatepec, la amarga realidad es que en materia educativa el presidente municipal interino, Sergio Díaz Hernández, se ha burlado de la comunidad estudiantil, magisterial y vecinal, una vez sí y otra también, en el caso de tres escuelas preparatorias ubicadas en ese municipio. Me refiero concretamente a la escuela preparatoria oficial N°. 212 “Cuauhtémoc”, ubicada en la colonia Tepetzingo, que no obstante poseer clave oficial desde hace siete años y 350 alumnos, no cuenta aún con instalaciones propias y funciona en una escuela primaria que le presta su inadecuado edificio en el turno vespertino. Lo mismo sucede con la preparatoria oficial N°. 211, “Rafael Ramírez”, situada en la colonia Luis Donaldo Colosio, que con una matrícula de 420 alumnos opera en una casa habitación, del todo impropia para jóvenes de bachillerato. El otro caso es la preparatoria oficial N°. 225 “Víctor Puebla”, domiciliada en la colonia La Laguna, con casi 400 alumnos y que opera en condiciones similares.
No está por demás recordar que, derivado de las gestiones y de las movilizaciones efectuadas por los jóvenes preparatorianos representados por la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), se tomó un acuerdo escrito con los alcaldes mencionados y decenas de acuerdos verbales ratificando “el compromiso”. No obstante, marrulleramente, siempre escamotearon una solución efectiva. Consiguientemente, hoy la comunidad estudiantil respaldada por los padres de familia, se apresta a realizar dos manifestaciones en Ecatepec: una el miércoles nueve de diciembre, que desembocará frente al palacio municipal, y la otra, el día 22 de diciembre, fecha en que se conmemora el aniversario luctuoso de la muerte del general José María Morelos y Pavón, al que acuden el señor gobernador y el señor presidente de la República, para exponer ante ellos, la urgente necesidad de que se pase de las palabras a los hechos. Los jóvenes fenerianos ya están hartos de estudiar en inmuebles deplorables como si fueran ciudadanos de cuarta categoría, ya han esperado muchos años, saben que la razón y el derecho les asisten y, saben también, que si no adquieren un terreno propio en lo inmediato, se quedarán fuera del programa extraordinario de construcción de escuelas anunciado por el gobierno federal para el año 2016. En su legítimo reclamo saben que cuentan con el apoyo solidario e incondicional del Movimiento Antorchista.
Sé que algunos funcionarios priistas, a veces le reclaman a mis compañeros antorchistas de Ecatepec, unas veces en broma y otras más agriamente, que nosotros somos una organización “indisciplinada”, que “no actúa institucionalmente”, puesto que denunciamos los incumplimientos de los alcaldes priistas y “¡hasta marchas!” les hacemos. Pues bien, Antorcha no hace marchas por gusto ni por deporte. Sólo las efectuamos cuando los funcionarios de cualquier partido nos obligan a ello, después de haber agotado un largo periodo de arreglo, digamos, pacífico, en la mesa de negociaciones. Pero cuando a pesar de nuestra paciencia y mesura no se nos escucha, o bien, sí se toman acuerdos pero no se cumplen, claro que protestamos (siempre dentro de la ley, sin violencia, sin romper un sólo vidrio y con respeto) porque la ley nos lo permite y porque el PRI, antes que Institucional, es Revolucionario y, cuando al pueblo no se le hace caso, el partido debe poner el acento en su origen revolucionario; ciertamente, sin el uso de las armas de fuego que se emplearon en el año de 1910, pero sí con las armas de la razón, del derecho y sobre todo, de la fuerza organizada del pueblo trabajador. Si actuando así muchas veces los funcionarios no hacen caso, quedándose de brazos cruzados, mucho menos. ¡Adelante fenerianos!