Ciudad de México.- Solo salió de su oficina del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, diez minutos antes de las 11 de la mañana. Así, a bordo de su camioneta negra blindada, Miguel Ángel Mancera comenzó la jornada de su tercer informe de gobierno con escaso apoyo de vecinos y perredistas y hasta menos acarreados que otros años en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Solamente un exjefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, lo acompañó en su discurso –aunque como coordinador de Asuntos Internacionales del Gobierno del Distrito Federal—, pero se quedó dormido desde la primera fila del recinto.
De Andrés Manuel López Obrador no se vio ni su nombre, mucho menos el de su antecesor, Marcelo Ebrard.
El desdén a Mancera Espinosa en “el día del jefe de gobierno” también se vio por parte de la Presidencia de la República, pues a diferencia de los años pasados, ahora no lo acompañó su “amigo”, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
En su lugar estuvo, siempre serio y formal, el recién nombrado titular de Educación Pública, Aurelio Nuño. Se trata de uno de los hombres mencionado como aspirante a relevar al presidente Enrique Peña Nieto, el mismo puesto al que aspira Mancera Espinosa en el 2018.
La entrada del funcionario federal fue anunciada por el altavoz del recinto y, con ello, la de los gobernadores priistas a quienes Mancera llamó “amigos”:
Eruviel Ávila del Estado de México, Rodrigo Medina de Nuevo León, Jorge Herrera de Durango, José Olvera de Hidalgo, Roberto Borge de Quintana Roo, Egidio Torre Cantú de Tamaulipas, Mariano González de Tlaxcala y el gobernador electo de Colima, José Ignacio Peralta.
También acudieron Manuel Velasco, al frente de Chiapas por el PVEM y Gabino Cué, de Oaxaca por el Movimiento Ciudadano. Del PRD sólo hicieron presencia el mandatario de Tabasco, Arturo Núñez y el gobernador electo de Michoacán, Silvano Aureoles.
El apoyo perredista a Mancera se vio, aunque sin mucha gloria en la presencia del todavía presidente nacional, Carlos Navarrete, los coordinadores de la fracción en la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, y del Senado, Miguel Barbosa.
Le piden volver a “la Ciudad de la Esperanza”
Como parte del nuevo formato de informe de gobierno ante a ALDF, este jueves Mancera llegó para escuchar durante casi dos horas el posicionamiento de los diez partidos políticos representados en la ALDF.
Desde la máxima tribuna “popular” de la ciudad, el mandatario capitalino se mostró serio, en momentos aburrido, con gesto de bostezo y hasta mal sentado.
Así escuchó cómo los representantes de los partidos pequeños –Humanista, Encuentro Social, Nueva Alianza, del Trabajo y Movimiento Ciudadano— le recordaron una y otra vez que “no serán monedas de cambio”, “cheques en blanco” ni “satélites de nadie”, frente a la nueva distribución de las fuerzas políticas en la Asamblea.
De paso, todos rechazaron el uso de programas sociales para intereses partidistas y le recriminaron la inseguridad, los proyectos sin consultar a los vecinos, la corrupción, falta de transparencia, la lejanía de los ciudadanos, el desempleo, la violación a los derechos humanos, la represión…
El momento esperado para muchos fue el posicionamiento de Morena, que el 7 de junio se erigió como el grupo mayoritario de la ALDF. El coordinador de la bancada, César Cravioto, comenzó así su discurso:
“Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a éstos los llamo mis amigos”… se trató de un fragmento –aunque modificado– del poema “La gente que me gusta” del escritor uruguayo Mario Benedetti.
Luego de recordar la plataforma legislativa que desde ya se antoja polémica entre los diputados, al final de su discurso, el morenista asestó a Mancera:
“No todo en su gobierno es color de rosa, hay muchas cuentas alegres y mucho por rectificar. Acate el veredicto electoral y enmiende el camino. Cuente con nosotros para que ésta vuelva a ser la ciudad de la esperanza”.
Solamente un exjefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, lo acompañó en su discurso –aunque como coordinador de Asuntos Internacionales del Gobierno del Distrito Federal—, pero se quedó dormido desde la primera fila del recinto.
De Andrés Manuel López Obrador no se vio ni su nombre, mucho menos el de su antecesor, Marcelo Ebrard.
El desdén a Mancera Espinosa en “el día del jefe de gobierno” también se vio por parte de la Presidencia de la República, pues a diferencia de los años pasados, ahora no lo acompañó su “amigo”, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
En su lugar estuvo, siempre serio y formal, el recién nombrado titular de Educación Pública, Aurelio Nuño. Se trata de uno de los hombres mencionado como aspirante a relevar al presidente Enrique Peña Nieto, el mismo puesto al que aspira Mancera Espinosa en el 2018.
La entrada del funcionario federal fue anunciada por el altavoz del recinto y, con ello, la de los gobernadores priistas a quienes Mancera llamó “amigos”:
Eruviel Ávila del Estado de México, Rodrigo Medina de Nuevo León, Jorge Herrera de Durango, José Olvera de Hidalgo, Roberto Borge de Quintana Roo, Egidio Torre Cantú de Tamaulipas, Mariano González de Tlaxcala y el gobernador electo de Colima, José Ignacio Peralta.
También acudieron Manuel Velasco, al frente de Chiapas por el PVEM y Gabino Cué, de Oaxaca por el Movimiento Ciudadano. Del PRD sólo hicieron presencia el mandatario de Tabasco, Arturo Núñez y el gobernador electo de Michoacán, Silvano Aureoles.
El apoyo perredista a Mancera se vio, aunque sin mucha gloria en la presencia del todavía presidente nacional, Carlos Navarrete, los coordinadores de la fracción en la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, y del Senado, Miguel Barbosa.
Le piden volver a “la Ciudad de la Esperanza”
Como parte del nuevo formato de informe de gobierno ante a ALDF, este jueves Mancera llegó para escuchar durante casi dos horas el posicionamiento de los diez partidos políticos representados en la ALDF.
Desde la máxima tribuna “popular” de la ciudad, el mandatario capitalino se mostró serio, en momentos aburrido, con gesto de bostezo y hasta mal sentado.
Así escuchó cómo los representantes de los partidos pequeños –Humanista, Encuentro Social, Nueva Alianza, del Trabajo y Movimiento Ciudadano— le recordaron una y otra vez que “no serán monedas de cambio”, “cheques en blanco” ni “satélites de nadie”, frente a la nueva distribución de las fuerzas políticas en la Asamblea.
De paso, todos rechazaron el uso de programas sociales para intereses partidistas y le recriminaron la inseguridad, los proyectos sin consultar a los vecinos, la corrupción, falta de transparencia, la lejanía de los ciudadanos, el desempleo, la violación a los derechos humanos, la represión…
El momento esperado para muchos fue el posicionamiento de Morena, que el 7 de junio se erigió como el grupo mayoritario de la ALDF. El coordinador de la bancada, César Cravioto, comenzó así su discurso:
“Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a éstos los llamo mis amigos”… se trató de un fragmento –aunque modificado– del poema “La gente que me gusta” del escritor uruguayo Mario Benedetti.
Luego de recordar la plataforma legislativa que desde ya se antoja polémica entre los diputados, al final de su discurso, el morenista asestó a Mancera:
“No todo en su gobierno es color de rosa, hay muchas cuentas alegres y mucho por rectificar. Acate el veredicto electoral y enmiende el camino. Cuente con nosotros para que ésta vuelva a ser la ciudad de la esperanza”.
Proceso