Ciudad de México.- En víspera de concluir, 2017 será recordado por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, lo que marcó un viraje en las relaciones bilaterales y provocó desencuentros entre ambos países por diferencias migratorias y comerciales, principalmente; por un septiembre aciago entre sismos y huracanes que provocaron más de 500 muertos y miles de millones de pesos en pérdidas, así como por la efervescencia político-electoral que augura una intensa contienda en 2018, cuando se releva la Presidencia, entre otros cargos.
A consecuencia de la intensa relación con el vecino del norte, la obligada negociación que impuso Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio y la reforma fiscal estadunidense han impactado en la estabilidad económica del país, sobre todo en dos variables: la inflación que ya casi alcanza 7 por ciento y la inestabilidad de la paridad del dólar, que registró en periodos específicos –enero, marzo y diciembre– fuertes fluctuaciones que han disparado la cotización arriba de los 20 pesos.
El arribo de Trump a la Casa Blanca transformó los términos de la relación prácticamente desde su llegada: su política de negociar bajo amenazas precipitó en enero la cancelación de la visita ya programada del presidente Enrique Peña Nieto; una llamada telefónica rebasó los códigos diplomáticos y fue ejemplo de las nuevas formas del mandatario estadunidense. Se mantuvo el financiamiento del muro fronterizo como punto medular de las diferencias bilaterales, pese a guiños del gobierno mexicano, como la extradición de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, el 19 de enero, un día antes del relevo presidencial en Estados Unidos.
Ni el regreso de Luis Videgaray como canciller en enero, aprovechando su vínculo con el yerno de Trump, Jared Kushner, amainó el tormentoso inicio de la nueva relación. No soy diplomático, vengo a aprender, resumió Videgaray, quien cuatro meses antes había salido del gabinete en medio de la polémica por haber gestionado la visita a Los Pinos del entonces candidato republicano en plena campaña presidencial estadunidense.
Se dijo entonces que se pretendía con ello dar certeza a los mercados de que la relación bilateral no cambiaría incluso con el triunfo de Trump. Pese a ello, la economía transcurrió en 2017 en medio de la inestabilidad cambiaria, incertidumbre en los mercados, afectaciones al crecimiento económico e inflación, aunque con generación de más de 3 millones de empleos y captación de inversión extranjera que superan los 163 mil millones de dólares.
La inestabilidad económica no sólo provino del exterior: el anuncio del gasolinazo en el ocaso de 2016 provocó que el año comenzara entre protestas sociales. La inconformidad motivó la reacción gubernamental mediante el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar.
Septiembre negro
Considerado el año en que comienza el proceso electoral 2017-2018, la efervescencia política hizo un alto obligado en septiembre: un primer sismo el día 7 golpeó Oaxaca y Chiapas dejando casi un centenar de muertos y más de 120 mil viviendas destruidas. Doce días después, el 19 de septiembre, un nuevo terremoto provocó mayor destrucción en esas entidades, pero también en Ciudad de México, Puebla y Morelos, con más de 400 muertos.
Integrantes de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros se manifestaron contra el gasolinazo –instrumentado desde enero– frente a la torre de Pemex en noviembreFoto Alfredo Domínguez
Ante la tragedia la solidaridad ciudadana apareció en las entidades más golpeadas por el desastre natural: el despliegue militar para atender a la población coexistió con la ayuda de los jóvenes y la cooperación de la iniciativa privada para sortear la emergencia. El saldo oficial: 48 mil millones de pesos en pérdidas.
Más de cien mil viviendas colapsadas o a punto de caer, infraestructura escolar y hospitalaria dañada, así como averías en más de un millar de inmuebles considerados patrimonio histórico, fue resultado del embate de los sismos de septiembre. El año concluye con una reconstrucción en marcha, pero a ritmo lento para los miles de damnificados en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla y Ciudad de México, principalmente.
Año electoral
Marcado en el calendario político como el inicio del proceso electoral 2017-2018, el año tuvo agitaciones partidistas en mayor o menor medida.
En junio pasado la celebración de comicios locales en cuatro entidades ofrecieron un anticipo de la disputa que se vivirá en 2018, pues entre acusaciones de la oposición de la injerencia gubernamental y de un millonario gasto, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó la gubernatura del estado de México, con Alfredo del Mazo, a pesar de un fuerte retroceso en la hegemonía histórica del tricolor en la entidad. En Coahuila, el triunfo del priísta Miguel Ángel Riquelme sólo se concretó tras un largo litigio postelectoral que culminó en noviembre.
En el plano nacional, la pretensión del dirigente panista Ricardo Anaya llevó al partido a su mayor crisis en años y a la ruptura con la salida –en octubre– de Margarita Zavala, entre descalificaciones y con un flanco abierto en el Senado, con legisladores calderonistas críticos a Anaya, quien finalmente se postuló como precandidato presidencial.
En paralelo, la construcción del Frente Ciudadano por México –de carácter no electoral–, que devino la alianza Por México al Frente, provocó desgajamientos en los otros dos grupos que lo conformaron: Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano.
En tanto, el destape en el PRI se prolongó casi al máximo de los plazos legales. El 27 de noviembre el tricolor rompía con su historia y designó al ciudadano José Antonio Meade Kuribreña, apartando al priísta mejor colocado en las encuestas, Miguel Ángel Osorio Chong.
En una tercera vertiente, una insólita alianza de Morena con el Partido Encuentro Social, vinculado a evangélicos, desató una ola de críticas al precandidato Andrés Manuel López Obrador, procedentes de sectores históricamente afines al proyecto del político tabasqueño.
Casi al finalizar el año, se informó la aprehensión de Alejandro Gutiérrez, ex senador priísta acusado por el gobierno de Chihuahua del presunto desvío y triangulación de 246 millones de pesos de recursos públicos a campañas del PRI en 2016, cuando fungía como secretario general adjunto del partido dirigido entonces por Manlio Fabio Beltrones, de quien ha sido un hombre cercano.