Ciudad de México.- Las universidades, tal como las conocemos, están destinadas a desaparecer. Es un sistema costoso, prácticamente ajeno al actual modelo laboral, amén de que la información dejó de ser un negocio.
Este hecho podría parecer apocalíptico, pero expertos anticipan que conllevará muchísimos beneficios. La educación realmente será universal, accesible, y con un catálogo infinito de asignaturas y habilidades.
“La lectura en voz alta será reemplazada por video en streaming. Los exámenes y cursos por Internet se convertirán en la norma. El intercambio académico se llevará a cabo principalmente en espacios interactivos en línea, ocupados por una nueva generación de jóvenes con hiperinteligencia, que ya pasan gran parte de sus vidas en línea. Las universidades ampliarán su alcance a estudiantes de todo el mundo, sin límites geográficos o incluso por zonas horarias. Todo esto se ofrecerá, también, a una fracción del costo de una educación universitaria tradicional”, advierte Nathan Harden, autor de Sex & God at Yale: Porn, Political Correctness, and a Good Education Gone Bad (St. Martin’s, 2012).
En el mismo sentido apunta Mark C. Taylor, jefe del departamento de Religión de la Universidad de Columbia y autor de Field Notes From Elsewhere: Reflections on Dying and Living: “La mayoría de los programas de posgrado en las universidades americanas fabrican un producto para el cual no hay mercado (candidatos para enseñar posiciones que no existen) y desarrollan destrezas para las cuales hay demanda decreciente (investigación en subcampos dentro de subcampos y publicación en revistas leídas por nadie más que unos cuantos colegas con ideas afines)”.
De esta forma, los currículums y los posgrados largos serán reemplazados por las plataformas Udacity, Coursera, E-Magister o cualquiera de los ascendentes sistemas de educación en línea. Las empresas se concentrarán en contratar de manera temporal a especialistas que han desarrollado habilidades específicas.
En una entrevista con Larry King en 2013 durante la Conferencia Gloral del Milken Institute, el empresario mexicano Carlos Slim enfatizó: “La educación debe ser cambiada por completo y con tecnología, porque es una gran herramienta para todo, para cambiar la educación, y la forma en que se está implementando no es la correcta. Si piensas en la educación actual, tienes los mismos modelos que vienen de la educación militar y religiosa de hace 2 mil años.
“Es un proceso de domesticación, a veces no les enseña a los niños cómo pensar, cómo investigar sino a memorizar frecuentemente en lugar de racionalizar el libro (…) se podría mejorar la educación con la tecnología, principalmente la educación en el mundo es muy académica, no hay un buen modelo que capacite a la gente para el trabajo”.
Previendo estos tiempos y anticipándose a sus competidores, el Instituto Tecnológico de Massachusetts se convirtió en la primera universidad de élite en el mundo en ofrecer una credencial para que sus alumnos puedan estudiar y completar cursos gratuitos en línea. De manera similar, la Universidad de Harvard promueve constancias de maestría para quienes completen cursos en línea y demuestren las habilidades aprendidas.
A pesar de lo optimista que pueda parecer este panorama, también existirán consecuencias negativas a partir de la inevitable homogeneización de este sistema. De entrada, una reducción significativa del personal de las universidades e inminentes despidos. El deterioro de las relaciones en persona. Además, carreras o conocimientos que no sean requeridos en el mercado, como filosofía o civismo, por citar las más evidentes, serán relegadas de los planes de estudio.
Los expertos prevén también que este sistema premiará sólo a quienes tengan la habilidad para estudiar, prepararse y estar en constante dinamismo, virtudes de las que no todos fueron provistos.
No sobra recordar que, además, los países menos desarrollados podrán incluso ampliar la amplia brecha que los separa de las naciones con alto nivel educativo. Basta mencionar el último reporte de la prueba PISA, que colocó a México en el último lugar de los países pertenecientes a la OCDE.
“Este enfoque refleja que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben (…) Ya en las pruebas anteriores divulgadas hace tres años se mostró que la mitad de los estudiantes en muchos países de la región no sabían leer o escribir apropiadamente, no tenían los fundamentos más elementales en matemáticas. Esto significa que no tendrán ninguna chance en la vida”, profetizó la OCDE.
Este hecho podría parecer apocalíptico, pero expertos anticipan que conllevará muchísimos beneficios. La educación realmente será universal, accesible, y con un catálogo infinito de asignaturas y habilidades.
“La lectura en voz alta será reemplazada por video en streaming. Los exámenes y cursos por Internet se convertirán en la norma. El intercambio académico se llevará a cabo principalmente en espacios interactivos en línea, ocupados por una nueva generación de jóvenes con hiperinteligencia, que ya pasan gran parte de sus vidas en línea. Las universidades ampliarán su alcance a estudiantes de todo el mundo, sin límites geográficos o incluso por zonas horarias. Todo esto se ofrecerá, también, a una fracción del costo de una educación universitaria tradicional”, advierte Nathan Harden, autor de Sex & God at Yale: Porn, Political Correctness, and a Good Education Gone Bad (St. Martin’s, 2012).
En el mismo sentido apunta Mark C. Taylor, jefe del departamento de Religión de la Universidad de Columbia y autor de Field Notes From Elsewhere: Reflections on Dying and Living: “La mayoría de los programas de posgrado en las universidades americanas fabrican un producto para el cual no hay mercado (candidatos para enseñar posiciones que no existen) y desarrollan destrezas para las cuales hay demanda decreciente (investigación en subcampos dentro de subcampos y publicación en revistas leídas por nadie más que unos cuantos colegas con ideas afines)”.
De esta forma, los currículums y los posgrados largos serán reemplazados por las plataformas Udacity, Coursera, E-Magister o cualquiera de los ascendentes sistemas de educación en línea. Las empresas se concentrarán en contratar de manera temporal a especialistas que han desarrollado habilidades específicas.
En una entrevista con Larry King en 2013 durante la Conferencia Gloral del Milken Institute, el empresario mexicano Carlos Slim enfatizó: “La educación debe ser cambiada por completo y con tecnología, porque es una gran herramienta para todo, para cambiar la educación, y la forma en que se está implementando no es la correcta. Si piensas en la educación actual, tienes los mismos modelos que vienen de la educación militar y religiosa de hace 2 mil años.
“Es un proceso de domesticación, a veces no les enseña a los niños cómo pensar, cómo investigar sino a memorizar frecuentemente en lugar de racionalizar el libro (…) se podría mejorar la educación con la tecnología, principalmente la educación en el mundo es muy académica, no hay un buen modelo que capacite a la gente para el trabajo”.
Previendo estos tiempos y anticipándose a sus competidores, el Instituto Tecnológico de Massachusetts se convirtió en la primera universidad de élite en el mundo en ofrecer una credencial para que sus alumnos puedan estudiar y completar cursos gratuitos en línea. De manera similar, la Universidad de Harvard promueve constancias de maestría para quienes completen cursos en línea y demuestren las habilidades aprendidas.
A pesar de lo optimista que pueda parecer este panorama, también existirán consecuencias negativas a partir de la inevitable homogeneización de este sistema. De entrada, una reducción significativa del personal de las universidades e inminentes despidos. El deterioro de las relaciones en persona. Además, carreras o conocimientos que no sean requeridos en el mercado, como filosofía o civismo, por citar las más evidentes, serán relegadas de los planes de estudio.
Los expertos prevén también que este sistema premiará sólo a quienes tengan la habilidad para estudiar, prepararse y estar en constante dinamismo, virtudes de las que no todos fueron provistos.
No sobra recordar que, además, los países menos desarrollados podrán incluso ampliar la amplia brecha que los separa de las naciones con alto nivel educativo. Basta mencionar el último reporte de la prueba PISA, que colocó a México en el último lugar de los países pertenecientes a la OCDE.
“Este enfoque refleja que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben (…) Ya en las pruebas anteriores divulgadas hace tres años se mostró que la mitad de los estudiantes en muchos países de la región no sabían leer o escribir apropiadamente, no tenían los fundamentos más elementales en matemáticas. Esto significa que no tendrán ninguna chance en la vida”, profetizó la OCDE.
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