¿ESTADO PATERNALISTA?
Por Lorena R Arvizu Rivera
A razón del Día del Padre viene un pensamiento que se mezcla con la situación social, en el marco de lo ciudadano. Y es que se nos dice tanto acerca de cómo el país sigue inmerso en una dinámica paternalista. Entiéndase lo anterior como la búsqueda de la sociedad para que sea el Estado (autoridades en sus diferentes niveles) el que solucione cada uno de los problemas que se presenten y sea de una u otra forma el proveedor de cada uno de los servicios que se necesitase. Es decir, seguir dependiendo de dicho centro sin la iniciativa para generar desde la parte civil.
En parte es cierto, no podemos deslindarnos de cierta responsabilidad ante algunas eventualidades. Es cierto que no se puede esperar resolver un problema si accionas en su propio círculo. Como coladeras obstruidas por basura, corrupción provocada por “mordidas”, o actitudes tan simples como denunciar algo que, se sabe, es incorrecto.
Pero, ¿En verdad el Estado nos está protegiendo? Dicho propiamente en la metáfora: ¿Ha sido el Estado un buen padre?
Se puede reír desde una perspectiva donde se bromea con la inconformidad de todos los hijos. Podríamos preguntar en los países donde se promedian los más altos índices de calidad de vida y seguramente habría una lista de considerable extensión de asuntos a resolver; de aquello que este protector no ha sabido llevar a cabo. ¿Sin embargo, se puede decir lo mismo de un Estado que cumple con sus funciones primarias que de aquel que tan solo ha prestado un apellido sin dar una verdadera paternidad?
Somos mexicanos, el gentilicio funciona cual apellido. Los hijos que, según lo que se ha dicho, han tenido el aura protectora. Suena bien. Excepto cuando se indaga cual terapeuta en la casa.
Hijos golpeados, como en la conocida represión del 68 (cuántos hijos fueron asesinados por el padre).
Hijos limitados. Quien no ha querido romper los moldes e ir más allá de lo conocido. Grandes inventos que tuvieron que obtener apoyo fuera de las fronteras. Pregunten si no a su televisión a color.
Hijos explotados. E incluso en el sentido más literal de lo infantil. O adulto. Las jornadas de millones de portadores del apellido que solo sirven para abastecer los vicios del padre. ¿O quién paga las siestas de los diputados entre otros muchísimos servidores públicos?
Hijos sin atención. Que a excepción de cuando se trata de renovar las decisiones electorales no voltean para la convivencia saludable o dicho en otras palabras, el tiempo de calidad que tanto dicen se necesita para los vínculos funcionales.
Hijos sin seguridad. Y he aquí la función más primaria que ha negado el Estado, sin tanto más que añadir. Solo ¿Quién se siente realmente seguro en el país?
También hijos sin educación. Tan lindo que es ver cómo se reparte el gasto entre aquello que no es necesario, aún cuando la formación de los hijos quede en el sesgo, en la prohibición e incluso en el olvido. Pero qué más da si la tele puede entretener a todos en los mejores horarios.
Y qué decir de los hijos con censura. Porque ya nadie puede decir o decidir por cuenta propia. No alzar la voz, no pedir, no contradecir, tampoco preguntar. Porque el padre aquí maneja la política que dicta: “Porque lo digo yo”.
Y cuántos hijos desaparecidos y cuántos hijos muertos tiene este estado paternalista que no cumple con sus obligaciones.
Así que claro, bien puede decirse que somos unos hijos acostumbrados al padre. Un país que se refugia en el paternalismo.
La pregunta o reflexión verdadera es:
¿Qué clase de hijos somos?
Porque un padre no puede elegirse, no esta en nuestras manos hacerlo, sin embargo si esta en nuestras manos elegir a nuestros gobernantes, y desafortunadamente como sociedad hemos obtenido una calificación reprobatoria en estas elecciones, las más caras de América Latina y una abstención apabullante, salvo el estado de Nuevo León que obtuvo una buena calificación en virtud de que sus ciudadanos salieron a votar y decidieron ejercer su derecho de voto.
Pero este hermoso país tiene ambas facetas, padres irresponsables por un lado, y por el otro padres maravillosos que ejercen su paternidad de manera responsable formando hijas e hijos con valores cívicos que lucharán en su momento por un país mejor. A todos esos padres que luchan día a día por ganarse ese título, les recordamos lo escrito por Juan de Dios Peza "Mi padre tiene en su mirar sereno, reflejo fiel de su conciencia honrada", "La nobleza del alma es su nobleza: la gloria del deber forma su gloria", y "seca su llanto, calla sus dolores y sólo en el deber sus ojos fijos recoge espinas y derrama flores sobre la senda que trazó a sus hijos". FELIZ DÍA DEL PADRE.
Por Lorena R Arvizu Rivera
A razón del Día del Padre viene un pensamiento que se mezcla con la situación social, en el marco de lo ciudadano. Y es que se nos dice tanto acerca de cómo el país sigue inmerso en una dinámica paternalista. Entiéndase lo anterior como la búsqueda de la sociedad para que sea el Estado (autoridades en sus diferentes niveles) el que solucione cada uno de los problemas que se presenten y sea de una u otra forma el proveedor de cada uno de los servicios que se necesitase. Es decir, seguir dependiendo de dicho centro sin la iniciativa para generar desde la parte civil.
En parte es cierto, no podemos deslindarnos de cierta responsabilidad ante algunas eventualidades. Es cierto que no se puede esperar resolver un problema si accionas en su propio círculo. Como coladeras obstruidas por basura, corrupción provocada por “mordidas”, o actitudes tan simples como denunciar algo que, se sabe, es incorrecto.
Pero, ¿En verdad el Estado nos está protegiendo? Dicho propiamente en la metáfora: ¿Ha sido el Estado un buen padre?
Se puede reír desde una perspectiva donde se bromea con la inconformidad de todos los hijos. Podríamos preguntar en los países donde se promedian los más altos índices de calidad de vida y seguramente habría una lista de considerable extensión de asuntos a resolver; de aquello que este protector no ha sabido llevar a cabo. ¿Sin embargo, se puede decir lo mismo de un Estado que cumple con sus funciones primarias que de aquel que tan solo ha prestado un apellido sin dar una verdadera paternidad?
Somos mexicanos, el gentilicio funciona cual apellido. Los hijos que, según lo que se ha dicho, han tenido el aura protectora. Suena bien. Excepto cuando se indaga cual terapeuta en la casa.
Hijos golpeados, como en la conocida represión del 68 (cuántos hijos fueron asesinados por el padre).
Hijos limitados. Quien no ha querido romper los moldes e ir más allá de lo conocido. Grandes inventos que tuvieron que obtener apoyo fuera de las fronteras. Pregunten si no a su televisión a color.
Hijos explotados. E incluso en el sentido más literal de lo infantil. O adulto. Las jornadas de millones de portadores del apellido que solo sirven para abastecer los vicios del padre. ¿O quién paga las siestas de los diputados entre otros muchísimos servidores públicos?
Hijos sin atención. Que a excepción de cuando se trata de renovar las decisiones electorales no voltean para la convivencia saludable o dicho en otras palabras, el tiempo de calidad que tanto dicen se necesita para los vínculos funcionales.
Hijos sin seguridad. Y he aquí la función más primaria que ha negado el Estado, sin tanto más que añadir. Solo ¿Quién se siente realmente seguro en el país?
También hijos sin educación. Tan lindo que es ver cómo se reparte el gasto entre aquello que no es necesario, aún cuando la formación de los hijos quede en el sesgo, en la prohibición e incluso en el olvido. Pero qué más da si la tele puede entretener a todos en los mejores horarios.
Y qué decir de los hijos con censura. Porque ya nadie puede decir o decidir por cuenta propia. No alzar la voz, no pedir, no contradecir, tampoco preguntar. Porque el padre aquí maneja la política que dicta: “Porque lo digo yo”.
Y cuántos hijos desaparecidos y cuántos hijos muertos tiene este estado paternalista que no cumple con sus obligaciones.
Así que claro, bien puede decirse que somos unos hijos acostumbrados al padre. Un país que se refugia en el paternalismo.
La pregunta o reflexión verdadera es:
¿Qué clase de hijos somos?
Porque un padre no puede elegirse, no esta en nuestras manos hacerlo, sin embargo si esta en nuestras manos elegir a nuestros gobernantes, y desafortunadamente como sociedad hemos obtenido una calificación reprobatoria en estas elecciones, las más caras de América Latina y una abstención apabullante, salvo el estado de Nuevo León que obtuvo una buena calificación en virtud de que sus ciudadanos salieron a votar y decidieron ejercer su derecho de voto.
Pero este hermoso país tiene ambas facetas, padres irresponsables por un lado, y por el otro padres maravillosos que ejercen su paternidad de manera responsable formando hijas e hijos con valores cívicos que lucharán en su momento por un país mejor. A todos esos padres que luchan día a día por ganarse ese título, les recordamos lo escrito por Juan de Dios Peza "Mi padre tiene en su mirar sereno, reflejo fiel de su conciencia honrada", "La nobleza del alma es su nobleza: la gloria del deber forma su gloria", y "seca su llanto, calla sus dolores y sólo en el deber sus ojos fijos recoge espinas y derrama flores sobre la senda que trazó a sus hijos". FELIZ DÍA DEL PADRE.
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