Por Salvador González Briceño*
EUA, TRAS LA POLÍTICA CRIMINAL
A Jacqueline Santana López, de FES Aragón, también, en solidaridad.
La verdad saldrá a flote, tarde o temprano. Mejor será que esté acompañada de la aparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Existe la posibilidad, porque la versión de PGR no la creyó nadie. Todo lo contrario, ha sido desmentida, puesto que ni el basurero de Cocula ni el río tienen evidencias suficientes que corroboren la versión “oficial” de la autoridad federal. Ningún examen pericial, siquiera del forense argentino.
Resolver el dolor de los padres. Hacer algo por el clamor social; por la indignación y solidaridad que generó en México y el mundo; por lo que motivó la rabia de los jóvenes “ninis” (porque aún con maestrías y doctorados nadie les da un empleo) de las escuelas y universidades en todo el país, como lo muestran las movilizaciones multitudinarias. Así ello represente el inicio de la lucha en contra de la corrupción, de la impunidad y el rompimiento del maridaje entre autoridades de todos los niveles —incluido el Ejército— y el combate real al crimen organizado.
Pero sobre todo para dignificar la memoria, esa obligada reconciliación histórica a que tiene derecho cualquier pueblo, de todos los jóvenes caídos —por qué no las víctimas del 68/Tlatelolco por la dupla represora de Presidencia/Gobernación: Ordaz/Echeverría— desde los tiempos de la “guerra sucia”, que se instaló en el país durante los años 70 y parte de los 80 (los años de Echeverría/Portillo/De la Madrid), con todo el apoyo del Estado mexicano y por presiones de EUA. El nexo ahora lo da la guerrilla, Vázquez/Cabañas, y las denuncias por “desaparición” que en Guerrero pesan sobre los Figueroa y Ángel Aguirre.
Aquellos eran los años de los golpes militares, de la desaparición y la represión social generalizada en Latinoamérica, situación azuzada por la “amenaza roja” que representaba entonces para el “patio trasero” el comunismo soviético-estalinista, siempre contabilizando los recursos, la capacitación, las armas y la estrategia operada directamente por la CIA, el Departamento de Estado de EUA y un Henry Kissinger siempre impune.
Por los intereses en disputa durante los años reacios de la “guerra fría”, entre EUA y la URSS entonces, por los intereses geopolíticos en refriega hoy, entre el vecino del norte y las potencias promotoras de la multipolaridad global, Rusia y China que se está metiendo fuerte con inversiones en México. Y, como en tiempos de la “guerra fría”, ahora por la disputa hegemónica en la región, también EUA lo quiere todo.
En los 70, la “policía secreta” y el ejército se encargaron de eliminar la “amenaza guerrillera”; ahora también el ejército que está operando libremente a delego presidencial por la famosa “guerra contra el narcotráfico” de Calderón primero y de Nieto después. Igual se presta para quitar el “estorbo” del camino. Las víctimas siguen siendo catalogados de “guerrilleros”.
Entonces reprimía el Estado. Ahora, ¿no lo está? ¿Qué hizo el 27 Batallón de Infantería la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre, cuando a unos metros ocurría la masacre de estudiantes? ¿Fueron los Guerreros Unidos? Porque ya se menciona a un “grupo de paramilitares”. ¿Para qué, y al servicio de quién existen los paramilitares?
¿O no? Julio César Mondragón, el nombre del estudiante que fue desollado. Eso apunta a métodos kaibiles para infundir miedo. ¿Esas son técnicas de narcotraficantes? ¿No se ha visto tantas veces en crímenes perpetrados por los “Zetas” en la región de Golfo de México? Los Zetas contrataron a paramilitares guatemaltecas.
El Estado mexicano le abrió las puertas de par en par a EUA con los tratados de “libre comercio”, pero EUA convirtió a México en un peón más del negocio de las drogas, y del crimen organizado (tráfico de armas, cultivo y trasiego de drogas, trata de personas, etc.). En Guerrero, Iguala produce 98% de amapola en el país, oro también. EUA lo quiere todo por las buenas o por las malas. Petróleo y gas no están de más. Cualquier suceso violento es por la “seguridad nacional” y el “interés geoestratégico” gringo. Así México se convierta en un narcoestado. La guerrilla estorba. Los mexicanos empujan al cambio, pero el enemigou está por todas partes.
Resolver el dolor de los padres. Hacer algo por el clamor social; por la indignación y solidaridad que generó en México y el mundo; por lo que motivó la rabia de los jóvenes “ninis” (porque aún con maestrías y doctorados nadie les da un empleo) de las escuelas y universidades en todo el país, como lo muestran las movilizaciones multitudinarias. Así ello represente el inicio de la lucha en contra de la corrupción, de la impunidad y el rompimiento del maridaje entre autoridades de todos los niveles —incluido el Ejército— y el combate real al crimen organizado.
Pero sobre todo para dignificar la memoria, esa obligada reconciliación histórica a que tiene derecho cualquier pueblo, de todos los jóvenes caídos —por qué no las víctimas del 68/Tlatelolco por la dupla represora de Presidencia/Gobernación: Ordaz/Echeverría— desde los tiempos de la “guerra sucia”, que se instaló en el país durante los años 70 y parte de los 80 (los años de Echeverría/Portillo/De la Madrid), con todo el apoyo del Estado mexicano y por presiones de EUA. El nexo ahora lo da la guerrilla, Vázquez/Cabañas, y las denuncias por “desaparición” que en Guerrero pesan sobre los Figueroa y Ángel Aguirre.
Aquellos eran los años de los golpes militares, de la desaparición y la represión social generalizada en Latinoamérica, situación azuzada por la “amenaza roja” que representaba entonces para el “patio trasero” el comunismo soviético-estalinista, siempre contabilizando los recursos, la capacitación, las armas y la estrategia operada directamente por la CIA, el Departamento de Estado de EUA y un Henry Kissinger siempre impune.
Por los intereses en disputa durante los años reacios de la “guerra fría”, entre EUA y la URSS entonces, por los intereses geopolíticos en refriega hoy, entre el vecino del norte y las potencias promotoras de la multipolaridad global, Rusia y China que se está metiendo fuerte con inversiones en México. Y, como en tiempos de la “guerra fría”, ahora por la disputa hegemónica en la región, también EUA lo quiere todo.
En los 70, la “policía secreta” y el ejército se encargaron de eliminar la “amenaza guerrillera”; ahora también el ejército que está operando libremente a delego presidencial por la famosa “guerra contra el narcotráfico” de Calderón primero y de Nieto después. Igual se presta para quitar el “estorbo” del camino. Las víctimas siguen siendo catalogados de “guerrilleros”.
Entonces reprimía el Estado. Ahora, ¿no lo está? ¿Qué hizo el 27 Batallón de Infantería la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre, cuando a unos metros ocurría la masacre de estudiantes? ¿Fueron los Guerreros Unidos? Porque ya se menciona a un “grupo de paramilitares”. ¿Para qué, y al servicio de quién existen los paramilitares?
¿O no? Julio César Mondragón, el nombre del estudiante que fue desollado. Eso apunta a métodos kaibiles para infundir miedo. ¿Esas son técnicas de narcotraficantes? ¿No se ha visto tantas veces en crímenes perpetrados por los “Zetas” en la región de Golfo de México? Los Zetas contrataron a paramilitares guatemaltecas.
El Estado mexicano le abrió las puertas de par en par a EUA con los tratados de “libre comercio”, pero EUA convirtió a México en un peón más del negocio de las drogas, y del crimen organizado (tráfico de armas, cultivo y trasiego de drogas, trata de personas, etc.). En Guerrero, Iguala produce 98% de amapola en el país, oro también. EUA lo quiere todo por las buenas o por las malas. Petróleo y gas no están de más. Cualquier suceso violento es por la “seguridad nacional” y el “interés geoestratégico” gringo. Así México se convierta en un narcoestado. La guerrilla estorba. Los mexicanos empujan al cambio, pero el enemigou está por todas partes.
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