Por Salvador González Briceño*
EU, LA PEOR AMENAZA LATINOAMERICANA
Un asunto de “estrategia” de un imperio decadente, el de Estados Unidos (EU), que da coletazos y aun así se resiste a morir. Sigue “trabajando” al modo como lo sabe hacer: imponiendo sus políticas por el mundo para conseguir sus fines, en un plazo de tiempo de unas pocas décadas, de unos cuantos años. Valga decir, con políticas redefinidas o rediseñadas desde los auto atentados del 11 de septiembre 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York para acá.
Solo recuérdese que en América Latina a EU no le cuaja la idea del “terrorismo”, para con ese pretexto de “falsa bandera” atacar interviniendo a los países. Como le funcionó en Irak y en Afganistán, para apoderarse del control energético y las drogas. No. Pero le funciona a la perfección la “guerra contra las drogas”, en aras de la cual está controlando el negocio, a la vez que militarizar aquellos países como Colombia y México, sentando las bases para la desestabilización. Con ambos países, sobre todo con este último, le está funcionando muy bien la perversa “guerra antidrogas”, a la sombra de la “ayuda” del “Plan Mérida”.
Valgan algunos ejemplos de dicha estratagema:
1.- Los planes de defensa de los intereses de empresas estadounidenses generan situaciones de crisis desestabilizando a los gobiernos “no afines” en Latinoamérica, como sucede en los casos de: Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etcétera.
2.- Utilizando igualmente planes desestabilizadores, pero a un paso más lento (estilo “guerra de baja intensidad”, pero por otros medios), con aquellos gobiernos que son “aliados”, Estados Unidos los desestabiliza pero al mismo tiempo los utiliza como trampolín contra otros que intentan mantener una relativa “autonomía” o independencia. Países sometidos o controlados como México, Colombia y Perú, donde avanzan los planes de desestabilización imperial; otros países como Honduras y también Colombia (ambos con bases militares), que le sirven a EU de plataforma contra otros, los del resto de Centroamérica y Sudamérica este caso.
3.- Contra Cuba la táctica es otra, diferente a la de los últimos 50 años. Barack Obama, que resultó uno de los presidentes menos confiable para el resto del mundo, porque sirve perfectamente a los intereses angloamericanos, ha vuelto a la vieja política del “garrote y la zanahoria”. Con el garlito de “reconocer” que su política de bloqueo económico contra la isla no le ha funcionado —tampoco ve en ello su derrota—, ha comenzado a operar con otros medios para conseguir los mismos fines: desestabilizar al régimen cubano de los Castro desde adentro, al tiempo de romper el protocolo, el ejemplo de alta moral que ha significado la Cuba “digna” para Latinoamérica frente al imperio.
4.- Las estrategias para lograr sus fines son orquestadas por las agencias de inteligencia y de espionaje con aprobación o dirigidas desde Washington, y por los centros de operación como las embajadas en todos los países, y otros organismos de “ayuda” como la USAID (por decir las menos), hasta las claramente desestabilizadoras como la CIA y DEA.
5.- Lo que sirve a las empresas multinacionales u oligopólicas de origen estadounidense, funciona también para sus intereses imperiales. Desde el punto de vista de la economía de “libre mercado”, ese discurso es uno de los mejores “artilugios” del capitalismo para controlar económicamente a los países a través de las empresas que generan “inversión” y “empleo” para el “desarrollo”. Son las directrices neoliberales que imponen las políticas macroeconómicas que conllevan la destrucción de las clases media y trabajadora, y atenta contra la población en general. Los tratados comerciales son una herramienta de control de los gobiernos y para fines externos y claramente perversos.
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