lunes, 19 de enero de 2015

Patria Nueva

 Por Salvador González Briceño*

AL-ASIA/PACÍFICO, CAMBIO DE ÉPOCA

El estrechamiento de relaciones entre los países de Latinoamérica con Rusia y China está cambiando la geopolítica de la región. Aún con el enojo de los Estados Unidos (EU).
Es decir, que se está fraguando un cambio de época que va, desde el abandono de la vieja premisa del “patio trasero” de EU y la dependencia económica y política, a otro de trato “entre iguales” que obtienen países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Uruguay y Bolivia, de dichas potencias de Asia-Pacífico (Japón, que también pertenece a la región, calladamente está moviendo los contrapesos de la relación con su viejo verdugo, los EU).
Durante la última década, por lo menos desde los autoatendados del 11/S que se orquestaron en EU y las secuelas de guerra contra los países del Oriente Medio —Irak y Afganistán— para el control del abastecimiento energético, el imperio del Norte puso el foco de atención en sus escenarios de guerra, dejando un tanto de lado su relación con América Latina en general (salvo México), confiado en los métodos de control que ejerce décadas atrás con organismos financieros como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Reserva Federal.
Desde Bush padre y luego Bush hijo (de 1989 a 2009 entrambos), seguido del actual Barack Obama, los presidentes dejaron de enfocar la región en términos de prioridad geopolítica (salvo en Honduras, donde al presidente Zelaya se le orquestó el golpe de Estado y ahora en Venezuela, donde contra Maduro la CIA intenta hacer lo mismo), lo que devino en un avance relativamente autónomo en las políticas de los gobiernos de los citados países, y un cierto repliegue respecto de EU sin el discurso propiamente antiimperialista de los años 70 y 80.
Eso ha rendido frutos, como el citado acercamiento de la región (¡lástima de política en México, antes abierta al mundo y ahora totalmente colgada de la “órbita imperial”), a los países boyantes protagónicos globales de hoy, hegemónicos en términos económico/financiero (el caso de China que crece a tasas por arriba del 7% del PIB, y la Rusia de Putin que está, con su política exterior dirigida en términos estratégicos bien plantada), ambos soportes perfectos de las presiones dirigidas desde la Unión Europea, EU y el brazo armado, la OTAN, por sus ofensivas dirigidas desde países como la Ucrania de Petró Poroshenko.
No obstante, son los tiempos de que sin dejar el protagonismo gringo desde el Viejo Continente —los atentados en Francia obedecen a una estrategia de “falsa bandera”, como queda cada vez más claramente denunciado—, ni la ofensiva desde todas las vías posibles en contra sobre todo de Rusia, por ahora (el objetivo peligroso para el imperio es China), EU está poniendo la atención en la presencia china en Latinoamérica.
De eso los países que tienen un mayor acercamiento con Rusia/China deben estar atentos. Así Nicaragua como Venezuela. Igual para el resto. Lo bueno en la región —además del trato a iguales, los apoyos con fuertes inversiones— es que se consoliden los proyectos y luego se blinden de la mejor manera. Valen los acuerdos entre países, como los recién avanzados de Maduro con Putin en Rusia. Pero pesan más los convenios como con CELAC y otros organismos regionales.
Mejor de región a región. La relación se consolida. Entretanto, EU reniega azuzando a opositores como los que pretenden el golpe de Estado contra Maduro. El tren que avanza desde Rusia y China no lo para EU. Y la región ha comprado su boleto. Y lo tiene ya. Enhorabuena.

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