Ciudad de México.- Una de las razones que muchos de los fumadores sostiene para probar una bocanada, es que los tranquiliza en situaciones de estrés, sin embargo, un nuevo estudio realizado por la Fundación Británica del Corazón (BHF, por sus siglas en inglés), concluyó que las personas que fuman son 70 por ciento más propensas a sufrir de depresión o ansiedad en comparación con aquellas que no.
Realizada en conjunto con la Universidad Colegio de Londres, la investigación se llevó a cabo con 6 mil 500 personas mayores de 40 años, en donde un 18.3 por ciento de los fumadores dijeron padecer depresión o ansiedad, en comparación con 10 por ciento de abstemios y el 11.3 por ciento de quienes habían dejado el vicio.
Estos resultados contrastan con la creencia de un tercio (36 por ciento) de los fumadores de Reino Unido que fueron encuestados, quienes creen que este hábito combate el estrés.
En lugar de ello, se trata de un círculo vicioso de abstinencia y consumo de nicotina.
El Dr. Mike Knapton, director médico asociado de la BHF explica: “en lugar de ayudar a la gente a relajarse, fumar aumenta la ansiedad y la tensión. Cuando los fumadores prenden un cigarro, la sensación de reducción de estrés o relajación es temporal y es pronto sustituida por el síndrome de abstinencia y antojos. Mientras que fumar reduce temporalmente estas ansias y sentimientos de abstinencia – que son similares a sentirse ansioso o estresado – no reduce o trata las causas subyacentes del estrés”.
“Disipar el mito de que fumar es un calmante para el estrés debe ser otra razón motivadora para finalmente dejar el hábito”, continuó el médico de la institución que celebrará el 11 de marzo el “Día para dejar de fumar”.
Entre los hallazgos del estudio, se encontró que las personas que llevaban sin fumar más de un año tenían perfiles de ansiedad y depresión similares a aquellos que nunca habían probado un cigarrillo, por lo que sugiere que dejar de fumar puede ser, de hecho, la manera de mejorar el estado mental.
“Si crees que fumar está manejando tu estrés, no es verdad. Lo está haciendo peor. Este reporte termina con se mito”, dijo el experto.
En 2010, especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y de la Facultad de Medicina y Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicaron el estudio “Ansiedad y depresión en fumadores mexicanos y su relación con el grado de adicción” en el que existe una “asociación significativa” entre fumar y dichos trastornos mentales.
Ahí dan constancia de la cifra que hasta ese tiempo había de fumadores en México: 16 millones, que en los 10 años posteriores tendrían 45 por ciento de probabilidad de desarrollar alguna enfermedad respiratoria.
“Hay algunos factores asociados al consumo de tabaco. Por ejemplo, se sabe que tanto el inicio como el mantenimiento de la conducta tabáquica están asociados no sólo a los efectos producidos por la dependencia física a la nicotina, sino también a los efectos sobre el estado de ánimo de quienes consumen tabaco, en los que alivia las sensaciones de malestar producidas por la depresión”, escriben en el estudio.
Anotan que tanto en adultos como en adolescentes con depresión severa y ansiedad, se ha encontrado historia de tabaquismo y el consumo de cigarros suele ser mayor en pacientes deprimidos que en los emocionalmente estables.
“Aparentemente, el consumo de cigarros en este tipo de pacientes funciona a manera de automedicación en contra de diversos síntomas depresivos. Se ha observado que durante la abstinencia al cigarro esta sintomatología se torna más frecuente y más intensa, razón por la cual los fumadores tienen dificultades para mantenerse sin fumar. En estas condiciones, la suspensión del consumo favorece el aumento de los síntomas depresivos y eventualmente la recaída en el consumo de cigarro”, concluyen.
Realizada en conjunto con la Universidad Colegio de Londres, la investigación se llevó a cabo con 6 mil 500 personas mayores de 40 años, en donde un 18.3 por ciento de los fumadores dijeron padecer depresión o ansiedad, en comparación con 10 por ciento de abstemios y el 11.3 por ciento de quienes habían dejado el vicio.
Estos resultados contrastan con la creencia de un tercio (36 por ciento) de los fumadores de Reino Unido que fueron encuestados, quienes creen que este hábito combate el estrés.
En lugar de ello, se trata de un círculo vicioso de abstinencia y consumo de nicotina.
El Dr. Mike Knapton, director médico asociado de la BHF explica: “en lugar de ayudar a la gente a relajarse, fumar aumenta la ansiedad y la tensión. Cuando los fumadores prenden un cigarro, la sensación de reducción de estrés o relajación es temporal y es pronto sustituida por el síndrome de abstinencia y antojos. Mientras que fumar reduce temporalmente estas ansias y sentimientos de abstinencia – que son similares a sentirse ansioso o estresado – no reduce o trata las causas subyacentes del estrés”.
“Disipar el mito de que fumar es un calmante para el estrés debe ser otra razón motivadora para finalmente dejar el hábito”, continuó el médico de la institución que celebrará el 11 de marzo el “Día para dejar de fumar”.
Entre los hallazgos del estudio, se encontró que las personas que llevaban sin fumar más de un año tenían perfiles de ansiedad y depresión similares a aquellos que nunca habían probado un cigarrillo, por lo que sugiere que dejar de fumar puede ser, de hecho, la manera de mejorar el estado mental.
“Si crees que fumar está manejando tu estrés, no es verdad. Lo está haciendo peor. Este reporte termina con se mito”, dijo el experto.
En 2010, especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y de la Facultad de Medicina y Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicaron el estudio “Ansiedad y depresión en fumadores mexicanos y su relación con el grado de adicción” en el que existe una “asociación significativa” entre fumar y dichos trastornos mentales.
Ahí dan constancia de la cifra que hasta ese tiempo había de fumadores en México: 16 millones, que en los 10 años posteriores tendrían 45 por ciento de probabilidad de desarrollar alguna enfermedad respiratoria.
“Hay algunos factores asociados al consumo de tabaco. Por ejemplo, se sabe que tanto el inicio como el mantenimiento de la conducta tabáquica están asociados no sólo a los efectos producidos por la dependencia física a la nicotina, sino también a los efectos sobre el estado de ánimo de quienes consumen tabaco, en los que alivia las sensaciones de malestar producidas por la depresión”, escriben en el estudio.
Anotan que tanto en adultos como en adolescentes con depresión severa y ansiedad, se ha encontrado historia de tabaquismo y el consumo de cigarros suele ser mayor en pacientes deprimidos que en los emocionalmente estables.
“Aparentemente, el consumo de cigarros en este tipo de pacientes funciona a manera de automedicación en contra de diversos síntomas depresivos. Se ha observado que durante la abstinencia al cigarro esta sintomatología se torna más frecuente y más intensa, razón por la cual los fumadores tienen dificultades para mantenerse sin fumar. En estas condiciones, la suspensión del consumo favorece el aumento de los síntomas depresivos y eventualmente la recaída en el consumo de cigarro”, concluyen.
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