Ciudad de México.- El presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano Grijalva, sostuvo que la promulgación hecha hoy, en Palacio Nacional, de la Ciudad de México como la entidad federativa 32 del país, figura como “una revitalización del Pacto Federal y obligará -quiérase o no- a discutir el futuro de la Constitución General de la República”, en vísperas del primer centenario de su Promulgación el 5 de febrero de 1917.
“Frente a las voces que –de antemano- han desahuciado el proceso constituyente en el Ciudad de México, debemos decir que la reforma que sepulta constitucionalmente al Distrito Federal, traza ya varios límites a la Asamblea que definirá la primera Constitución de la Ciudad de México”, apuntó.
Empero, también es necesario reconocer que “el hecho abre una oportunidad irrepetible para la imaginación y la construcción política en su sentido más amplio y fértil, porque a partir de hoy mismo la Ciudad de México se prepara para ofrecer un nuevo tipo de camino conquistado después de 190 años”, dijo.
En su mensaje durante la promulgación de la Reforma Política de la Ciudad de México, en Palacio Nacional, Jesús Zambrano dijo que ello es resultado de un acuerdo que enriquece nuestro Pacto Federal como nación soberana y es la cristalización del esfuerzo de décadas, de centenares de miles de mujeres y hombres de la Ciudad de México, por ser reconocidos con plenos derechos, pasando por el referéndum que la propia sociedad civil organizó hace más de 25 años y por la Reforma Política de 1996.
Reiteró que “es resultado de la voluntad política, la convicción y la determinación de las principales fuerzas políticas del país que hicimos el compromiso y lo plasmamos en el Pacto por México en diciembre de 2012 para la reforma del Distrito Federal; especialmente, las voluntades políticas del Presidente Enrique Peña Nieto que estampó su firma en ese Pacto, y del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien se comprometió públicamente -desde el inicio en su gestión en diciembre de 2012- en avanzar para concretar este propósito.
Indicó que el Distrito Federal ha cumplido su papel en la historia, su condición de capital del país y ha sido esencial en el desarrollo político, económico, social y cultural, pero ahora es tiempo de pasar a una nueva etapa y a construir, diseñar un mejor horizonte.
Zambrano Grijalva agregó que “ahí radica la gran oportunidad para plasmar las visiones de futuro del pensamiento democrático, del progresismo incluyente, los principios de justicia, equidad, libertad y tolerancia que los capitalinos quieren y que han distinguido, y distinguen a la Ciudad.
Aseveró que la Ciudad de México puede dejar espacio a los gobiernos de coalición y especialmente a regímenes que reflejen el pluralismo real que aflora en grandes ciudades como ésta; avanzar hacia formas parlamentarias que busquen el acuerdo, los consensos, la expresión política de la diversidad real.
Asimismo, sembrar el germen de una nueva política económica para el país desde la Ciudad de México, una política económica inclusiva, atenta al desarrollo y, sobre todo, a la equidad, expresó.
“¿Por qué no pensar en contar con nuestra propia banca o instrumentos sui géneris de desarrollo para financiar los grandes cambios urbanos del porvenir? ¿Por qué no pensar en un salario mínimo dictado localmente nunca menor al empobrecido salario mínimo Federal?”, cuestionó.
“¿Por qué no pensar en realinear las leyes en torno a una estructura que apoye la iniciativa empresarial ajena a la burocracia y a la corrupción, el uso de suelo y el reparto de las plusvalías, así como una estructura fiscal más progresiva y exigente?”, planteó también.
La Ciudad de México –dijo- ya lo es, pero debe subrayar su carácter progresista por la estructura de redistribución fiscal y, en esa materia, discutir la forma en que se defina el uso de suelo es crucial.
Prosiguió: ¿Por qué no pensar en una poderosa organización contra la corrupción, autónoma, puesta para la más estricta rendición de cuentas en la Capital de la República?
“Si nos damos tiempo y paciencia para verla así, atada a grandes temas como estos, la Constitución de la Ciudad de México puede convertirse en una auténtica metáfora, la carta donde podemos imaginar, por primera vez –en el México contemporáneo- un futuro alentador, solidario, compartido propuesto, por los modernos habitantes del Valle de Anáhuac”.
Y, al mismo tiempo, planteó, la discusión misma de la conformación del Constituyente, y de la elaboración de la primera Constitución de la Ciudad de México, actualizará un debate que ya lleva años en el ámbito político, así como en la academia y todavía más aún, en vísperas del primer centenario de la Constitución de 1917 el próximo año, que coincidirá con la fecha en la que se estará concluyendo la redacción de la Constitución de la Ciudad de México.
“Después de numerosas reformas, de múltiples reglamentaciones de detalle contenidas en nuestra Carta Magna ¿es necesaria una nueva Constitución? ¿O una reforma profunda, un rediseño de arquitectura constitucional que, preservando principios básicos, derechos irrenunciables, se lleve a cabo? ¿O nos quedamos con la Constitución de 1917 y la seguimos reformando cada que sea necesario?”
La primera Constitución de la Ciudad de México quedará como paradigma, como ejemplo de que sí es posible lograr cambios profundos en nuestra estructura institucional que impacten la vida económica, social, cultural y política, ya no sólo de la Ciudad de México, sino del país, poniendo en el centro a la gente, al ser humano, como origen de nuestras preocupaciones y destinatario de nuestras decisiones que deseamos, por supuesto, sean las mejores, concluyó el presidente de la Cámara de Diputados.
“Frente a las voces que –de antemano- han desahuciado el proceso constituyente en el Ciudad de México, debemos decir que la reforma que sepulta constitucionalmente al Distrito Federal, traza ya varios límites a la Asamblea que definirá la primera Constitución de la Ciudad de México”, apuntó.
Empero, también es necesario reconocer que “el hecho abre una oportunidad irrepetible para la imaginación y la construcción política en su sentido más amplio y fértil, porque a partir de hoy mismo la Ciudad de México se prepara para ofrecer un nuevo tipo de camino conquistado después de 190 años”, dijo.
En su mensaje durante la promulgación de la Reforma Política de la Ciudad de México, en Palacio Nacional, Jesús Zambrano dijo que ello es resultado de un acuerdo que enriquece nuestro Pacto Federal como nación soberana y es la cristalización del esfuerzo de décadas, de centenares de miles de mujeres y hombres de la Ciudad de México, por ser reconocidos con plenos derechos, pasando por el referéndum que la propia sociedad civil organizó hace más de 25 años y por la Reforma Política de 1996.
Reiteró que “es resultado de la voluntad política, la convicción y la determinación de las principales fuerzas políticas del país que hicimos el compromiso y lo plasmamos en el Pacto por México en diciembre de 2012 para la reforma del Distrito Federal; especialmente, las voluntades políticas del Presidente Enrique Peña Nieto que estampó su firma en ese Pacto, y del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien se comprometió públicamente -desde el inicio en su gestión en diciembre de 2012- en avanzar para concretar este propósito.
Indicó que el Distrito Federal ha cumplido su papel en la historia, su condición de capital del país y ha sido esencial en el desarrollo político, económico, social y cultural, pero ahora es tiempo de pasar a una nueva etapa y a construir, diseñar un mejor horizonte.
Zambrano Grijalva agregó que “ahí radica la gran oportunidad para plasmar las visiones de futuro del pensamiento democrático, del progresismo incluyente, los principios de justicia, equidad, libertad y tolerancia que los capitalinos quieren y que han distinguido, y distinguen a la Ciudad.
Aseveró que la Ciudad de México puede dejar espacio a los gobiernos de coalición y especialmente a regímenes que reflejen el pluralismo real que aflora en grandes ciudades como ésta; avanzar hacia formas parlamentarias que busquen el acuerdo, los consensos, la expresión política de la diversidad real.
Asimismo, sembrar el germen de una nueva política económica para el país desde la Ciudad de México, una política económica inclusiva, atenta al desarrollo y, sobre todo, a la equidad, expresó.
“¿Por qué no pensar en contar con nuestra propia banca o instrumentos sui géneris de desarrollo para financiar los grandes cambios urbanos del porvenir? ¿Por qué no pensar en un salario mínimo dictado localmente nunca menor al empobrecido salario mínimo Federal?”, cuestionó.
“¿Por qué no pensar en realinear las leyes en torno a una estructura que apoye la iniciativa empresarial ajena a la burocracia y a la corrupción, el uso de suelo y el reparto de las plusvalías, así como una estructura fiscal más progresiva y exigente?”, planteó también.
La Ciudad de México –dijo- ya lo es, pero debe subrayar su carácter progresista por la estructura de redistribución fiscal y, en esa materia, discutir la forma en que se defina el uso de suelo es crucial.
Prosiguió: ¿Por qué no pensar en una poderosa organización contra la corrupción, autónoma, puesta para la más estricta rendición de cuentas en la Capital de la República?
“Si nos damos tiempo y paciencia para verla así, atada a grandes temas como estos, la Constitución de la Ciudad de México puede convertirse en una auténtica metáfora, la carta donde podemos imaginar, por primera vez –en el México contemporáneo- un futuro alentador, solidario, compartido propuesto, por los modernos habitantes del Valle de Anáhuac”.
Y, al mismo tiempo, planteó, la discusión misma de la conformación del Constituyente, y de la elaboración de la primera Constitución de la Ciudad de México, actualizará un debate que ya lleva años en el ámbito político, así como en la academia y todavía más aún, en vísperas del primer centenario de la Constitución de 1917 el próximo año, que coincidirá con la fecha en la que se estará concluyendo la redacción de la Constitución de la Ciudad de México.
“Después de numerosas reformas, de múltiples reglamentaciones de detalle contenidas en nuestra Carta Magna ¿es necesaria una nueva Constitución? ¿O una reforma profunda, un rediseño de arquitectura constitucional que, preservando principios básicos, derechos irrenunciables, se lleve a cabo? ¿O nos quedamos con la Constitución de 1917 y la seguimos reformando cada que sea necesario?”
La primera Constitución de la Ciudad de México quedará como paradigma, como ejemplo de que sí es posible lograr cambios profundos en nuestra estructura institucional que impacten la vida económica, social, cultural y política, ya no sólo de la Ciudad de México, sino del país, poniendo en el centro a la gente, al ser humano, como origen de nuestras preocupaciones y destinatario de nuestras decisiones que deseamos, por supuesto, sean las mejores, concluyó el presidente de la Cámara de Diputados.
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