Por Salvador González Briceño*
FED, EN LA RUTA DE LA CRISIS
El mundo occidental continúa padeciendo al régimen del capitalismo que lleva ya más de cinco siglos de vida, pero ahora bajo una de sus formas más desarrolladas y crueles de capitalismo financiero internacional. Ello quiere decir que, por una parte, las leyes que rigen su funcionamiento de origen siguen dependiendo de la “ley del valor” descubierta por Marx, y por otra que en su presente etapa cualquier forma o expresión de capital se sujeta a, o depende de los lineamientos impuestos desde la financiarización de toda actividad económica.
Lo que también implica, y por cierto es una de sus características, el sobredimensionamiento de la actividad especulativa que se practica tanto por los particulares que invierten en acciones de la bolsa de valores de cualquiera de sus países y Wall Street en Nueva York, hasta la actividad característica de los bancos centrales que —como la Reserva Federal (FED) en 1913—, han sido creados solo para el rescate de las grandes fortunas que por cierto amasan los bancos desde principios del siglo XX, pero cuyo origen está en la confianza traicionada de los ahorradores. Pese a la justificación de los bancos centrales que su existencia se debe a que regula las tasas de interés (más una función del Departamento del Tesoro en EU) y otorga crédito para los agentes económicos que le apuestan a la economía real. Pero eso es tan falso como un dólar firme hoy.
El papel de la FED es para, insisto, el rescate de los grandes bancos en tiempos de crisis económica. Como sucedió en tiempos del crack de 1929, en 2008 y la crisis que está en puerta (¿2015-16?). Por cierto hay que recordar que las crisis siguen siendo cíclicas, y a las cuales las economías no tienen más que obedecer puesto que son resultado del resto de las distorsiones de la actividad económica que deja la estela del “libre mercado”; pero que más bien es el saldo de tanto desorden generado por la supe explotación laboral y la elevadísima concentración y centralización de la riqueza creada en forma de grandes capitales en muy pocas manos. Más que en los países en “desarrollo” en los países llamados “desarrollados”, ahora tan decadentes como los primeros porque los impactos de tamañas distorsiones les afectan cada vez más. O porque los países desarrollados ahora están en una fase de empobrecimiento poblacional antes inimaginable.
Ha sido gracias a las políticas de la FED, promovidas también en el viejo Continente (para no hablar del Banco Central Europeo, BCE), de tasas cero, de subvención y rescate que se ha creado la ficción o enriquecimiento artificial de las grandes instituciones en prejuicio de las más pequeñas o del soporte los países “desarrollados” en detrimento de los más pobres. Es la llamada flexibilización cuantitativa que ha servido para sostener una economía ficción o la idea de que la financiarización o bursatilización de las economías quedan muy por encima de la sintomatología de las crisis cíclicas. Nada más falso. Porque en el pecado llevan la penitencia.
No son pocos los que creemos que la crisis estructural del capitalismo financiero occidental está a la vuelta de la esquina. Señales sobran. Tan solo bastaría dimensionar el despegue de la economía financiera de la economía real. No hay producto, siquiera el oro, el petróleo, los diamantes, o las drogas, que soporten un dólar sólido más que el pilar ficticio de su economía real.
El endeudamiento interno y externo de EU. El nivel de desempleo. Lo lejos que está de las tasas reales de crecimiento PIB del país principal competencia como China. Sus erráticas acciones militares que no precisamente representan el negocio de venta de armas que quisieran. Y, principalmente, su pérdida de terreno en la geopolítica global. EU está perdiendo todas las batallas que tiene contra el mundo. En el fondo, las políticas de la FED se han agotado. La crisis, en espera.
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