Ciudad de México.- Durante el siglo XX, el ámbito artístico en México revivió gracias a movimientos como el surrealismo y el muralismo, que lograron posicionar a artistas mexicanos en la cumbre más alta del arte plástico.
Uno de los nombres que más resaltaron en esta época -y que hasta nuestros días continua como una figura fundamental en la historia del arte- es Diego Rivera, uno de los máximos representantes del muralismo mexicano.
Nació el 8 de diciembre de 1886 en Guanajuato bajo el nombre de Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. A la edad de 10 años empezó con su educación artística en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, y en 1905 y 1907 recibió dos pensiones que le permitieron viajar a Europa a continuar con sus estudios.
Vivió en varios países como Ecuador, Bolivia, Argentina, España y Francia, donde conoció a artistas como Alfonso Reyes Ochoa y Picasso.
Fue hasta su regreso a México en 1921 que comenzó su trabajo en el muralismo junto a José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, todos impulsados por las campañas de José Vasconcelos.
Su primer mural, La Creación, en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, narra la formación de la raza mexicana y con este primer trabajo es que su figura comienza a destacarse en el muralismo latinoamericano.
En 1922 inició con el mural que se encuentra en el edificio de la Secretaria de Educación Pública, después continuó con el Palacio de Cortés en Cuernavaca, y de 1929 a 1935 creó uno de sus proyectos más ambiciosos en Palacio Nacional, donde a través de murales contó la historia del país desde los aztecas hasta el siglo XX.
Sus afiliaciones con el movimiento comunista, tanto en México como en el extranjero, le trajo algunos problemas al momento de realizar su trabajo. Por ejemplo, en 1933, Nelson Rockefeller le encargó un mural para uno de los edificios del Rockefeller Center, sin embargo, el pintor incluyó en el mural ‘El hombre controlador del universo’, el rostro de Lenin, por lo que fue destruido. Afortunadamente, Rivera pintó el mismo mural en el Palacio de Bellas Artes en la CDMX.
Algunas de sus obras más importantes son ‘El hombre controlador del universo’, ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda’, ‘La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista’, ‘Unión Pan Americana’, ‘Zapata’, ‘Desnudo con Alcatraces’, ‘Atardecer en Acapulco’ y más.
El pintor también fue conocido por sus múltiples relaciones amorosas, aunque la que más destaca es su matrimonio con la también pintora mexicana Frida Kahlo, que, a pesar de ser tormentosa, influyó mucho en el trabajo de Rivera.
Durante los últimos años de su vida luchó contra el cáncer, y sería el 22 de noviembre de 1957 que el pintor dejaría este mundo a la edad de 71 años.
Muchas de sus pinturas tomaron fama después de su muerte, y hoy en día permanece como una de las figuras más importantes del muralismo, gracias a su técnica, la manera única en que se aproximaba al arte y el modo sutil que tenía de introducir temas políticos, sociales y económicos en algunas de sus pinturas.
Uno de los nombres que más resaltaron en esta época -y que hasta nuestros días continua como una figura fundamental en la historia del arte- es Diego Rivera, uno de los máximos representantes del muralismo mexicano.
Nació el 8 de diciembre de 1886 en Guanajuato bajo el nombre de Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. A la edad de 10 años empezó con su educación artística en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, y en 1905 y 1907 recibió dos pensiones que le permitieron viajar a Europa a continuar con sus estudios.
Vivió en varios países como Ecuador, Bolivia, Argentina, España y Francia, donde conoció a artistas como Alfonso Reyes Ochoa y Picasso.
Fue hasta su regreso a México en 1921 que comenzó su trabajo en el muralismo junto a José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, todos impulsados por las campañas de José Vasconcelos.
Su primer mural, La Creación, en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, narra la formación de la raza mexicana y con este primer trabajo es que su figura comienza a destacarse en el muralismo latinoamericano.
En 1922 inició con el mural que se encuentra en el edificio de la Secretaria de Educación Pública, después continuó con el Palacio de Cortés en Cuernavaca, y de 1929 a 1935 creó uno de sus proyectos más ambiciosos en Palacio Nacional, donde a través de murales contó la historia del país desde los aztecas hasta el siglo XX.
Sus afiliaciones con el movimiento comunista, tanto en México como en el extranjero, le trajo algunos problemas al momento de realizar su trabajo. Por ejemplo, en 1933, Nelson Rockefeller le encargó un mural para uno de los edificios del Rockefeller Center, sin embargo, el pintor incluyó en el mural ‘El hombre controlador del universo’, el rostro de Lenin, por lo que fue destruido. Afortunadamente, Rivera pintó el mismo mural en el Palacio de Bellas Artes en la CDMX.
Algunas de sus obras más importantes son ‘El hombre controlador del universo’, ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda’, ‘La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista’, ‘Unión Pan Americana’, ‘Zapata’, ‘Desnudo con Alcatraces’, ‘Atardecer en Acapulco’ y más.
El pintor también fue conocido por sus múltiples relaciones amorosas, aunque la que más destaca es su matrimonio con la también pintora mexicana Frida Kahlo, que, a pesar de ser tormentosa, influyó mucho en el trabajo de Rivera.
Durante los últimos años de su vida luchó contra el cáncer, y sería el 22 de noviembre de 1957 que el pintor dejaría este mundo a la edad de 71 años.
Muchas de sus pinturas tomaron fama después de su muerte, y hoy en día permanece como una de las figuras más importantes del muralismo, gracias a su técnica, la manera única en que se aproximaba al arte y el modo sutil que tenía de introducir temas políticos, sociales y económicos en algunas de sus pinturas.
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