De acuerdo con cifras del Coneval, durante la pandemia aumentó el tiempo que se les destinó a tareas domésticas.
La pandemia de covid-19 demostró que el trabajo doméstico no remunerado en las mujeres fue de 60 millones de horas semanales, mientras que en los hombres fue de 37 millones. En sí, las mujeres destinaron 3 veces más de horas que los varones a dicha actividad. También entre 2018 y 2020 se incrementó el número total de horas que las mujeres destinaron a los quehaceres domésticos, súpero las 67 millones, mientras que en los hombres fue de 44 millones, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Las horas promedio semanales que las mujeres dedicaron a las tareas de cuidado de otras personas del hogar superaron en 11.5 a las dedicadas por los hombres a la misma actividad en 2020 a nivel nacional. “En 2020, ellas destinaron 4.2 veces más horas a este trabajo doméstico que ellos (976 y 233 millones de horas, respectivamente). Si se compara el periodo de agosto a noviembre de 2020 con el mismo periodo en 2018, el número de mujeres en situación de pobreza en búsqueda de un empleo aumentó en 118.5 por ciento, y en 61.7 por ciento, en aquellas que no se encontraban en situación de pobreza”. Si se compara este indicador entre hombres y mujeres en situación de pobreza, la diferencia aumenta a 12.6 horas en cuidados de terceros y labores, mientras que en hombres y mujeres en situación de no pobreza, la diferencia se situó en 10.4 horas en el mismo año. Por ello se deben fortalecer estrategias y programas destinados a apoyar el cuidado de los niños del hogar, verificar y, en su caso, anular el impacto negativo originado por la eliminación del Programa Escuelas de Tiempo Completo, así como diseñar otras políticas públicas que otorguen servicios directos de cuidado a las personas infantes, adultas mayores y con discapacidad y consolidar el proyecto federal del Sistema Nacional de Cuidados. En su más reciente actualización, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) muestra, entre otros, los siguientes resultados: La desigual inserción laboral a causa de los roles de género se intensifica ante la condición de maternidad. Entre 2016 y 2020 el nivel del empleo en las madres con hijo menores de 5 años fue de aproximadamente 50 por ciento, mientras que para las mujeres con hijos mayores a esa edad fue superior al 55 por ciento; es decir, la inserción de las madres en el mercado de trabajo se ve disminuida en alrededor de 5 puntos porcentuales durante los primeros años de vida de los menores. A nivel nacional, el promedio de las tasas de ocupación de las madres de 21 a 55 años se ubicó en 55 por ciento, mientras que, de acuerdo con las cifras de 2016 a 2020, la de las mujeres sin hijos es al menos 10 puntos porcentuales mayor.
Ante el cierre de escuelas y estancias registrado durante la pandemia por covid-19, el aumento del trabajo de cuidados de la población infantil del hogar se hizo evidente, por ello, al considerar la condición de maternidad y paternidad se observó que las mayores reducciones en el número de personas empleadas se presentaron en las poblaciones de madres y padres con hijos menores de 5 años. Tener hijos reduce la participación laboral de las mujeres, mientras que en los hombres la aumenta. Entre 2016 y 2020 a nivel nacional, el empleo de las madres de 21 a 55 años se ubicó en promedio en 55 por ciento, mientras que el de las mujeres sin hijos es al menos 10 puntos porcentuales mayor. En contraste, para los padres de las mismas edades, el empleo se ubicó por arriba del 95 por ciento y en los hombres sin hijos disminuye a alrededor del 80 por ciento. Al considerar la situación de pobreza de las personas, las madres de 21 a 55 años que no se encuentran en esta situación se insertaron en el mercado de trabajo en alrededor del 60 por ciento, mientras que para las mujeres sin hijos(as) este porcentaje es cercano al 75 por ciento. En situación de pobreza, la brecha es menor, puesto que la participación laboral de las mujeres de 21 a 55 años con hijos es cerca del 50 por ciento y la de mujeres sin hijos por ciento es aproximadamente 3 puntos porcentuales mayor. En cambio, en los padres de las mismas edades, la inserción laboral se ubica por arriba de 90 por ciento independientemente de su situación de pobreza. De 2016 a 2020, en el caso de las mujeres de 16 a 20 años en situación de pobreza, ser o no madre no determina su inserción laboral. Para este grupo poblacional, si no se encontraban en situación de pobreza, la maternidad aumenta su inserción laboral, a diferencia del resto de los grupos de edad. A nivel nacional, entre 2016 y 2020, la inserción de las madres en el mercado de trabajo disminuye en alrededor de 5 puntos porcentuales durante los primeros años de vida de los hijos. Si se compara el periodo de agosto a noviembre de 2020 con el mismo periodo en 2018, a nivel nacional la población ocupada con hijos menores de 5 años se redujo en 11 por ciento en los hombres y en 8.6 por ciento en las mujeres. Necesario verificar y, en su caso, anular el impacto negativo originado por la eliminación del Programa Escuelas de Tiempo Completo, así como diseñar otras políticas públicas que otorguen servicios directos de cuidado a las personas infantes, adultas mayores y con discapacidad y consolidar el proyecto federal del Sistema Nacional de Cuidados. Durante la pandemia, se ha observado que el estudio ha retrocedido como actividad exclusiva para la población adolescente, sobre todo para la que se encuentra en situación de pobreza. A la par, el empleo se ha mantenido o aumentado en igual magnitud para ambos sexos, no obstante, los quehaceres domésticos han aumentado más en las adolescentes, de manera que, los roles de género se han reforzado también para esta población durante la pandemia. A nivel nacional, entre agosto y noviembre de 2020, el porcentaje que se dedicó exclusivamente al trabajo del hogar aumentó en 6.6 puntos porcentuales en las adolescentes y en 4.5 puntos porcentuales en los adolescentes. El monto total de las transferencias monetarias provenientes de los programas sociales tuvo un aumento mayor en los hombres que en las mujeres y, ante la brecha histórica de género en cuanto a ingresos, es imperativo reforzar la perspectiva de género en las estrategias gubernamentales, aún más en contextos como el de la pandemia de covid-19. Si bien, el monto total de transferencias para las mujeres es el doble respecto de los hombres, los incrementos para 2020 en ellos fueron del 38% en situación de pobreza, y 33% en ausencia de esta; y para ellas fue del 6% en situación de pobreza, y del 10% fuera de esta. En el mercado laboral también se agudizaron algunas brechas de género durante la pandemia. La ocupación sin pago aumentó más en las mujeres; las ocupaciones feminizadas presentaron mayores pérdidas de empleos y en las mujeres se observó una tendencia de elegir, más que los hombres, jornadas de trabajo más reducidas. La ocupación sin pago constituye una de las desigualdades de género ya que es más frecuente en las mujeres, situación que se ha reforzado durante la pandemia. De 2018 a 2020, los mayores aumentos en el porcentaje de mujeres ocupadas sin pago se observaron en adultas mayores fuera de situación de pobreza con un alza de 7.9 puntos porcentuales, en las adultas mayores en pobreza el aumento fue 4.2 puntos porcentuales. Las ocupaciones feminizadas presentaron las mayores pérdidas de empleo en el periodo de agosto a noviembre de 2020. La población ocupada de mujeres en este tipo de labores disminuyó en 948.3 mil personas, mientras que el descenso del empleo de los hombres en estas ocupaciones fue de 220.3 mil personas. De agosto a noviembre de 2020, la inserción de las mujeres en jornadas reducidas aumentó; en las de menos de 15 horas creció en 395.3 mil trabajadoras, mientras que, en el resto de las jornadas más amplias se redujo en 380.5 mil empleadas; en cambio, en los hombres aumentó el empleo en las jornadas de duración intermedia.
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