lunes, 9 de marzo de 2015

Reporte Global

Por Salvador González Briceño*
A RAÍZ DEL DÍA DE LA MUJER


La Humanidad, en sus diferentes culturas, sigue debatiendo sobre cómo hacer para que la mujer participe en igualdad de condiciones de vida económica, política y social que los hombres en este mundo. Esto me da pauta para una reflexión dominical.
Tiempo ha…, desde la determinación divina de que el hombre dejaría de ser andrógino para separarse en ambos sexos —la extracción de la mujer de la costilla del hombre que no es mención exclusiva de la Biblia—, que dicha separación partió también la mente del hombre y la mujer en el hecho de ver la vida conforme a “los opuestos”, que luego recoge la “dialéctica” como característica “normal” de la evolución y el cambio.
Pero no. El todo diverso, y por muy complejo que sea, tiende siempre a la unidad. Visto es por la física cuántica, por la filosofía, por la poesía, por la vida misma. Es sencillo de entender, como lo plantea Hegel. En la semilla está el germen del árbol, previo desarrollo, en todo su esplendor: sus ramas, sus hojas, flores, etc. Y el ciclo se cierra nuevamente con el fruto que da nueva semilla, y el proceso continúa.
La humanidad fue “sembrada” en la tierra, con todo su potencial para regresar al paraíso. Pero eso no se logra individualmente sino en pareja. Adán y Eva fueron expulsados, Adán y Eva deben regresar juntos al Edén. ¿Falso? Cualquiera puede decir que sí. Pero nadie puede negar que nada se logra sin la pareja, comenzando por la vida misma. Y si la vida no existe sin los dos, hombre y mujer. Luego entonces, si lo más importante que es la vida se consigue en pareja, ¿por qué todas las actividades para la sobrevivencia en este mundo deben separar lo inseparable?
Recordemos que la verdad está en lo simple. Lo complejo es lo difuso, lo confuso y lo ininteligible. Ejemplo irrefutable de la sencillez. En la fórmula E=mc2 está el secreto del rompimiento del átomo que descubrió Einstein, de la energía atómica.
Las culturas machistas, misóginas y discriminatorias han inculcado en las mentes del hombre que por la fuerza muscular es superior. ¡Bajeza! Cabe recordar que el principio de “divide y vencerás” le viene bien a toda “civilización”. Ni se diga al interés privado, pues le conviene tener dividida la humanidad. ¡Por eso no progresa el hombre en su calidad de vida, mental y espiritual! ¡Por ello se la vive persiguiendo una forma falsa de vida y comodidades que le oferta el consumismo mercantilista!
Perdido pues en los asuntos del mundo material, el hombre y la mujer con dificultad reflexionan —¡ni siquiera filosofar!— en la trascendencia humana de la unidad hombre-mujer. ¡Siquiera las religiones repararan en ello! Todo lo contrario, en aquellas en donde la mujer es menos que cosa, es sometida a las peores humillaciones, vejaciones y maltratos.
Las tantas asociaciones de mujeres en el mundo, son de buenas intenciones. Muchas pérdidas con el enfoque, cuando creen que la “liberación” la encontrarán luchando contra los hombres. Eso nunca. Porque para comenzar se trata de una lucha de dos. Y luego de una parte de la humanidad en unidad con la otra. ¡Una lucha de la propia humanidad!
En tanto se vea el problema del maltrato y cosificación de la mujer como un acto aislado estaremos lejos de la salida. Y en tanto no encontremos la salida no tocaremos a la puerta de la entrada. Para el regreso al Edén de donde el hombre fue expulsado. La vida es una, la mente debe serlo igual.

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