MÉXICO Y SU MAL DE AMORES
Por Lorena R Arvizu Rivera
Es en el mes de febrero cuando ocurre un fenómeno anual con tintes radicales. Hay quien lo espera con ansias, como una oportunidad emblemática, un día especial; otros por su parte lo odian, lanzando preguntas como “¿por qué solo ese día?” o “es demasiado trillado y comercial”. En cualquier visión hay pros y contras, amigos y enemigos, parejas y algunas disparejas. San Valentín puede sacar lo mejor o lo peor de cada uno de nosotros. Sin embargo, siendo realmente honestos ¿quién no ha caído ante las delicias de “eso” que se celebra?
Es conocida la manera en que se ha deformado dicha historia, que dígase, propiamente no posee nada de romántico (al menos no en el sentido convencional). Pero seguimos dándole una importancia tal, que es una de las fechas en las que la ciudad, literalmente, se vuelve loca. Sin retomar detalles de los sucesos verídicos, quizá pueda decirse que sigue como un día clave porque todos, sí todos, tenemos afecto por una u otra persona, nos preocupamos por estas, las procuramos, y en dicho sentido queremos hacerles saber que estamos allí para cuando nos necesiten.
He leído que una de las principales características de las personas con más inteligencia emocional es no optar en cada oportunidad por hacer grupos pequeños. Estos, en cambio, buscan moverse con más gente y encontrar mejores resultados. Sé que no se puede entablar lo que se llama “amistad” con un sinfín de gente, para eso la confianza lo debe ser todo, una clase de empatía tal que, como dicen, no hace falta explicar quién eres. Pero va relacionado, y es que para efectos donde el patrimonio de una nación sigue en juego, parece que esta, la gran familia mexicana, no ha desarrollado lazos ni de amor ni de amistad a lo largo de siglos.
¿Qué es lo que nos venden en las campañas de representantes de gobierno? Justo ese lazo que determina si elegimos en alguien, si le damos ese voto de confianza para realizar acciones en nuestro nombre. Es sólo que se nos ha olvidado algo, la amistad debe ser recíproca, honesta, y no un juego de poder, como lo es en gran parte la política. Tal vez porque como decía Maquiavelo “Los hombres ofenden antes a los aman que al que temen”. De ahí el actuar de la mayoría de la clase política en nuestro país, sólo aparentan interés en los ciudadanos, nos ofrecen su mano amigo en campañas, después se olvidan de promesas y compromisos. Por eso debemos fijarnos y ser inteligentes al elegir a nuestros amigos
Admito que me opongo a los señalamientos más comunes hacia nuestra cultura, algo así como “los mexicanos son flojos”. Pero hay detalles que, aunque no son los más comentados, actualmente son muy ciertos. Los mexicanos estamos solos, y es muy raro que alguien procure ayudar a otros, más aún si su beneficio personal está en juego, o no puede obtener algo más provechoso para este mismo. Sí, estamos solos, y no será hasta que aprendamos que, sólo en la medida en que escuchemos todas las voces, las respetemos y las hagamos valer, es como podremos encontrar el bienestar.
Una buena frase dicta “Lo que sea que haga en esta vida, no es legendario hasta que tus amigos están ahí para verlo”. Siguiendo con esa premisa todos los días son buenos para crear testigos de cómo queremos contribuir positivamente; y si en cierto sentido, los mexicanos pudiéramos vernos como Amigos, esa unión, ese amor por el otro, por este país, créanme, haría toda la diferencia.
Feliz día del Amor y la Amistad.
“No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir.”
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