Emiliano Carrillo Carrasco
GLOBALISMO NEOLIBERAL, EL LACAYO DE ELLOS DE SER PARTE DE FOX ¿HASTA QUERER SER PRESIDENTE CIUDADANO?. Castañeda se desempeñó como ministro del gobierno más pro-imperialista de la historia mexicana reciente. El mexicano JORGE Castañeda ingresó en la vida política como militante comunista, postulando una estricta defensa de los puntos de vista de clase en las discusiones teóricas sobre la dependencia. Esa trayectoria quedó abruptamente modificada por un viraje conservador que lo condujo al gobierno derechista de Fox. Como secretario de Relaciones Exteriores asumió una fanática defensa del libre-comercio y reivindicó las virtudes de una alianza con Estados Unidos. “EL PAÍS, HUELE A SANGRE”… y hoy también, desde hace varios años, el país, nuestro país, huele a sangre y los matanceros andan sueltos….
El neoliberalismo hereda viejas teorías de inferioridad de los nativos, atraso cultural hispanoamericano y supremacía de Occidente. Retoma los mitos positivistas de la modernización basados en la copia del capitalismo avanzado. Despotrica contra la injerencia estatal, ocultando los beneficios que obtienen los capitalistas y no explica la continuidad de esa intervención al cabo de tantos gobiernos pro-mercado. Es absurda su presentación de la informalidad laboral como una resurrección de la competencia empresaria.
La rebeldía social fue curiosamente expuesta al comienzo de la crisis del neoliberalismo, en pleno retroceso de los gobiernos conservadores y en el debut de grandes levantamientos. Sus elogios al libre-comercio contrastaron con el fracaso del ALCA y su fascinación por Estados Unidos chocó con la pérdida de iniciativa del Departamento de Estado. Detectó gran pasividad entre los oprimidos cuando se preparaban las grandes rebeliones de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina. También su celebración de las ideas conservadoras chocó con la reactivación del pensamiento de izquierda.
El intelectual mexicano no sólo postuló el carácter inmutable del modelo neoliberal en contraposición a los horizontes anticapitalistas. Rechazó toda posibilidad de cambio del orden vigente y concentró sus expectativas de desarrollo latinoamericano en los Tratados de Libre Comercio. Por eso propuso perfeccionar esos convenios mediante una diplomacia de presión, en el universo de lobbies que rodean al Congreso estadounidense. Subrayando el carácter intrascendente de la ideología contemporánea. Estimó que un voto de izquierda carece de significado distintivo frente a su equivalente de derecha. Señaló que ambas posturas han perdido relevancia ante las conductas prácticas que asumen los individuos.
Pero esta visión es incompatible con su continuada actividad como escritor y propagandista de los valores del status quo. Si esos mensajes ya no cuentan; ¿Por qué tanto empeño en su difusión? Declarando el fin de las ideologías, Castañeda postuló la muerte del pensamiento crítico y la vigencia de las teorías que convalidan el orden vigente. Supuso que su propia involución política era un rasgo compartido por toda la sociedad. Por eso imaginó un futuro contemplativo de clases medias ascendentes y satisfechas con el escenario latinoamericano.
Esta mirada refleja su distanciamiento de los padecimientos populares que periódicamente desatan rebeliones sociales. Esos levantamientos sorprenden y desmienten al ex marxista. Castañeda cuestionó inicialmente la familiaridad de la Teoría de la Dependencia con la ideología burguesa y la problemática desarrollista. Criticó su alejamiento de la temática de la explotación y consideró que el dependentismo divorciaba el análisis de las sociedades latinoamericanas de la extracción de plusvalía, mediante estudios altamente concentrados en las deformaciones del capitalismo periférico. Destacó que los mecanismos de expropiación del trabajo debían ser realzados como los únicos patrones explicativos de la dinámica socio-económica.
El neoliberalismo hereda viejas teorías de inferioridad de los nativos, atraso cultural hispanoamericano y supremacía de Occidente. Retoma los mitos positivistas de la modernización basados en la copia del capitalismo avanzado. Despotrica contra la injerencia estatal, ocultando los beneficios que obtienen los capitalistas y no explica la continuidad de esa intervención al cabo de tantos gobiernos pro-mercado. Es absurda su presentación de la informalidad laboral como una resurrección de la competencia empresaria.
La rebeldía social fue curiosamente expuesta al comienzo de la crisis del neoliberalismo, en pleno retroceso de los gobiernos conservadores y en el debut de grandes levantamientos. Sus elogios al libre-comercio contrastaron con el fracaso del ALCA y su fascinación por Estados Unidos chocó con la pérdida de iniciativa del Departamento de Estado. Detectó gran pasividad entre los oprimidos cuando se preparaban las grandes rebeliones de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina. También su celebración de las ideas conservadoras chocó con la reactivación del pensamiento de izquierda.
El intelectual mexicano no sólo postuló el carácter inmutable del modelo neoliberal en contraposición a los horizontes anticapitalistas. Rechazó toda posibilidad de cambio del orden vigente y concentró sus expectativas de desarrollo latinoamericano en los Tratados de Libre Comercio. Por eso propuso perfeccionar esos convenios mediante una diplomacia de presión, en el universo de lobbies que rodean al Congreso estadounidense. Subrayando el carácter intrascendente de la ideología contemporánea. Estimó que un voto de izquierda carece de significado distintivo frente a su equivalente de derecha. Señaló que ambas posturas han perdido relevancia ante las conductas prácticas que asumen los individuos.
Pero esta visión es incompatible con su continuada actividad como escritor y propagandista de los valores del status quo. Si esos mensajes ya no cuentan; ¿Por qué tanto empeño en su difusión? Declarando el fin de las ideologías, Castañeda postuló la muerte del pensamiento crítico y la vigencia de las teorías que convalidan el orden vigente. Supuso que su propia involución política era un rasgo compartido por toda la sociedad. Por eso imaginó un futuro contemplativo de clases medias ascendentes y satisfechas con el escenario latinoamericano.
Esta mirada refleja su distanciamiento de los padecimientos populares que periódicamente desatan rebeliones sociales. Esos levantamientos sorprenden y desmienten al ex marxista. Castañeda cuestionó inicialmente la familiaridad de la Teoría de la Dependencia con la ideología burguesa y la problemática desarrollista. Criticó su alejamiento de la temática de la explotación y consideró que el dependentismo divorciaba el análisis de las sociedades latinoamericanas de la extracción de plusvalía, mediante estudios altamente concentrados en las deformaciones del capitalismo periférico. Destacó que los mecanismos de expropiación del trabajo debían ser realzados como los únicos patrones explicativos de la dinámica socio-económica.
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