Veracruz, Ver.- El lunes 5 de enero, en la mañana, significó una revolución de conciencias y corazones en el gremio periodístico.
Reporteros de Coatzacoalcos, Acayucan, Medellín, Xalapa y Orizaba, en Veracruz, se fueron a la protesta por el regreso a casa, vivo y sano, de Moisés Sánchez.
Otros reporteros del país (Acapulco, Querétaro y Tabasco) fueron solidarios y también marcharon en las calles de sus ciudades donde todos los días gastan la suela de los zapatos atrás de las noticias y en las tardes desgastan la columna vertebral ante la computadora.
Ha renacido, pues, y de una manera extraordinaria, sorprende, alucinante y maravillosa la voluntad espiritual de algunos reporteros, fotógrafos y camarógrafos para reunirse en defensa de otros colegas y compañeros; pero también de ellos mismos, porque como lo dijo la mamá de Karime Alejandra, la niña de 5 años secuestrada y asesinada en Coatzacoalcos: “Hoy secuestraron a mi hija Karime, mañana puede ser tu hija”.
Estamos, entonces, ante una revuelta social, una revolución silenciosa, el tránsito de la contemplación mística del reportero al activismo social y político, callado por ahora, aun cuando desde siempre pesa más, mucho más, el silencio, como aquella marcha gigantesca de estudiantes de la ciudad de México, en 1968, Gustavo Díaz Ordaz presidente, con el digno rector de la UNAM, Javier Barrios Sierra.
La procesión del silencio, pues, tan intensa como la procesión del silencio de la Semana Mayor.
Reporteros de Coatzacoalcos, Acayucan, Medellín, Xalapa y Orizaba, en Veracruz, se fueron a la protesta por el regreso a casa, vivo y sano, de Moisés Sánchez.
Otros reporteros del país (Acapulco, Querétaro y Tabasco) fueron solidarios y también marcharon en las calles de sus ciudades donde todos los días gastan la suela de los zapatos atrás de las noticias y en las tardes desgastan la columna vertebral ante la computadora.
Ha renacido, pues, y de una manera extraordinaria, sorprende, alucinante y maravillosa la voluntad espiritual de algunos reporteros, fotógrafos y camarógrafos para reunirse en defensa de otros colegas y compañeros; pero también de ellos mismos, porque como lo dijo la mamá de Karime Alejandra, la niña de 5 años secuestrada y asesinada en Coatzacoalcos: “Hoy secuestraron a mi hija Karime, mañana puede ser tu hija”.
Estamos, entonces, ante una revuelta social, una revolución silenciosa, el tránsito de la contemplación mística del reportero al activismo social y político, callado por ahora, aun cuando desde siempre pesa más, mucho más, el silencio, como aquella marcha gigantesca de estudiantes de la ciudad de México, en 1968, Gustavo Díaz Ordaz presidente, con el digno rector de la UNAM, Javier Barrios Sierra.
La procesión del silencio, pues, tan intensa como la procesión del silencio de la Semana Mayor.
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