¡Solidaridad con el pueblo palestino!
Por: Salvador González Briceño*
Para comenzar está perdido. No militarmente porque está intacto su potencial armamentístico, y ese es ciertamente peligroso. Pero sí por “los motivos” que no tiene y por la calidad moral que tampoco posee. Y sobre todo porque a estas alturas —tras la 70ª Asamblea General de las Naciones Unidas, como quedó en evidencia por las protestas de no pocos asistentes—, la geopolítica regional tampoco le favorece.
No hablamos de Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí quien en estos días echó andar su potente maquinaria militar contra los palestinos, causando bajas entre la población civil, niños incluidos, y el peligro de levantar otra intifada que nadie quiere pero él amenaza. Un presidente que está levantando oleadas de protestas en su contra por todo el mundo. Pero no.
Nos referimos a Occidente, especialmente a los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. La Organización del Tratado del Atlántico Norte, organismo creado en 1949 (hace 66 años ya) como parte de esa restructura mundial que, en todo caso, fue para defenderse militarmente del peligro —el miedo no anda en burro— que ya entonces representaba la URSS, ese experimento “socialista o comunista” —marxista al fin—, que habría derrotado a la maquinaria nazi en Leningrado y significó el principio del fin de Hitler (el magnate Prescott Bush, abuelo de los Bush y líder de Wall Street, quien lo apoyaría antes-durante y después, según reportó The Guardian en 2004), el creador del Holocausto y causante de la Segunda Guerra Mundial.
Pues resulta que así como sendas y destructivas guerras del siglo XX (la “Gran Guerra” y la Segunda Guerra Mundial) se desarrollaron con “falsas banderas” —viles pretextos—, así habrá que cuidarse de los engaños ahora. La coyuntura está puesta.
A ver. Los actuales ataques aéreos y de crucero, que Rusia ha emprendido en contra de los mercenarios que se hacen llamar “estado islámico” (EI) en Siria, país que ya tenían controlado en 50% del terreno y todos los pozos petroleros —que es el fondo del negocio de Occidente, porque compran crudo regalado—, luego de una infructuosa y sospechosa, presunta ofensiva de la llamada “coalición internacional contra el EI” encabezada por los EUA, en cualquier momento la OTAN se la quiere voltear a Rusia.
Esperan un pequeño error. Y si no hay, inventarlo. De ahí la “falsa bandera”. Pretexto del que Rusia tiene que cuidarse. Por muchas razones, porque Occidente, especialmente EUA, ya perdió la batalla contra Siria de expulsar al presidente legítimo Bashar al-Asad. Porque Rusia ha dejado en evidencia a Obama al negarse a “colaborar” con Putin sobre la presencia del EI en territorio sirio. Porque la OTAN ha estado esperando un pretexto, o construirlo —como en Ucrania, que no le resultó, y también ya perdió EUA—, para la intentona contra Rusia. Pero también le miden al peligro. Rusia es una potencia y sabe que si desata una ofensiva se genera el caos. Mejor será que ni le busquen. Que Obama reconozca que está perdido en su política en Oriente Medio y que la OTAN guarde sus armas.
El aval internacional lo tiene Rusia. El EI ha sido financiado por Occidente. Asad autorizó a Putin. Obama se negó a colaborar y, en todo caso, el tamaño de la ofensiva rusa habla de todo el apoyo que han recibido los mercenarios. Obama está perdido, y lo debe reconocer. Que la OTAN recuerde que China está de guardia. La geopolítica está cambiando. La balanza y el mundo también.
Para comenzar está perdido. No militarmente porque está intacto su potencial armamentístico, y ese es ciertamente peligroso. Pero sí por “los motivos” que no tiene y por la calidad moral que tampoco posee. Y sobre todo porque a estas alturas —tras la 70ª Asamblea General de las Naciones Unidas, como quedó en evidencia por las protestas de no pocos asistentes—, la geopolítica regional tampoco le favorece.
No hablamos de Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí quien en estos días echó andar su potente maquinaria militar contra los palestinos, causando bajas entre la población civil, niños incluidos, y el peligro de levantar otra intifada que nadie quiere pero él amenaza. Un presidente que está levantando oleadas de protestas en su contra por todo el mundo. Pero no.
Nos referimos a Occidente, especialmente a los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. La Organización del Tratado del Atlántico Norte, organismo creado en 1949 (hace 66 años ya) como parte de esa restructura mundial que, en todo caso, fue para defenderse militarmente del peligro —el miedo no anda en burro— que ya entonces representaba la URSS, ese experimento “socialista o comunista” —marxista al fin—, que habría derrotado a la maquinaria nazi en Leningrado y significó el principio del fin de Hitler (el magnate Prescott Bush, abuelo de los Bush y líder de Wall Street, quien lo apoyaría antes-durante y después, según reportó The Guardian en 2004), el creador del Holocausto y causante de la Segunda Guerra Mundial.
Pues resulta que así como sendas y destructivas guerras del siglo XX (la “Gran Guerra” y la Segunda Guerra Mundial) se desarrollaron con “falsas banderas” —viles pretextos—, así habrá que cuidarse de los engaños ahora. La coyuntura está puesta.
A ver. Los actuales ataques aéreos y de crucero, que Rusia ha emprendido en contra de los mercenarios que se hacen llamar “estado islámico” (EI) en Siria, país que ya tenían controlado en 50% del terreno y todos los pozos petroleros —que es el fondo del negocio de Occidente, porque compran crudo regalado—, luego de una infructuosa y sospechosa, presunta ofensiva de la llamada “coalición internacional contra el EI” encabezada por los EUA, en cualquier momento la OTAN se la quiere voltear a Rusia.
Esperan un pequeño error. Y si no hay, inventarlo. De ahí la “falsa bandera”. Pretexto del que Rusia tiene que cuidarse. Por muchas razones, porque Occidente, especialmente EUA, ya perdió la batalla contra Siria de expulsar al presidente legítimo Bashar al-Asad. Porque Rusia ha dejado en evidencia a Obama al negarse a “colaborar” con Putin sobre la presencia del EI en territorio sirio. Porque la OTAN ha estado esperando un pretexto, o construirlo —como en Ucrania, que no le resultó, y también ya perdió EUA—, para la intentona contra Rusia. Pero también le miden al peligro. Rusia es una potencia y sabe que si desata una ofensiva se genera el caos. Mejor será que ni le busquen. Que Obama reconozca que está perdido en su política en Oriente Medio y que la OTAN guarde sus armas.
El aval internacional lo tiene Rusia. El EI ha sido financiado por Occidente. Asad autorizó a Putin. Obama se negó a colaborar y, en todo caso, el tamaño de la ofensiva rusa habla de todo el apoyo que han recibido los mercenarios. Obama está perdido, y lo debe reconocer. Que la OTAN recuerde que China está de guardia. La geopolítica está cambiando. La balanza y el mundo también.
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