Oaxaca.- El día ha llegado y como cada año, la grandeza de Oaxaca reflejada en sus tradiciones, bailes, textiles y gastronomía, se congrega por unos instantes en la máxima fiesta de su gente, la Guelaguetza.
Visitar cada rincón del enigmático estado, es adentrarse a un microcosmos donde los colores, sabores y texturas, no dejan espacio para la indiferencia.
Como cada año, desde hace 85, llega el día en que este microcosmos se une a todos sus pares y juntos hacen de ese universo de cultura y bailes, algo extraordinario y digno de presenciar.
La Guelaguetza, la máxima fiesta de los oaxaqueños, es precisamente este momento donde todos los pueblos del estado se unen para celebrar sus similitudes y diferencias, ante los ojos atónitos de propios y extraños.
Los momentos cumbres de la celebración ocurren los dos Lunes del Cerro, que este año se festejan el 17 y 24 de julio, y donde participarán 54 delegaciones provenientes de las ocho regiones del estado.
De entre las actividades de inauguración serán 27 grupos quienes mostrarán sus bailes en las dos presentaciones en el Auditorio Guelaguetza, en el Cerro del Fortín, a las 10:00 y 17:00 horas, respectivamente.
Sin embargo, la Guelaguetza es mucho más que esto. Desde hace algunos días, las calles del Centro Histórico de Oaxaca, iniciaron por adelantado el festejo que es encabezado por talentosos artesanos, cocineras tradicionales y, por supuesto, por los entusiastas visitantes de México y el mundo.
A la par de la fiesta principal, el gobierno del estado ha instalado diversos pabellones artesanales, gastronómicos y culturales, donde los visitantes pueden conocer más de cerca a este cálido pueblo, y éste a su vez, tiene la oportunidad de enamorar a todos con su grandeza, objetivo que no le es difícil de conseguir.
Así, al ir caminando por las empedradas calles oaxaqueñas, los turistas podrán ir apreciando desde una amplia variedad de hermosas artesanias y textiles originarios de pueblos del Istmo como Juchitán; los Valles Centrales como Teotitlán del Valle o de la Sierra Mixe, como las blusas de Santa María Tlahuitoltepec.
“Guelaguetza es arte, cultura, todo lo bello que es Oaxaca”, mencionó entusiasmado el artesano Ulises Tapia, originario del municipio de Santa María Huazolotitlán, en la región de la Costa.
Ubicado en un pequeño stand en el pabellón artesanal, Ulises ofrece durante esta fiesta a turistas nacionales y extranjeros, los elaborados textiles típicos de su comunidad.
A diferencia de los huipiles de las mujeres istmeñas, las blusas de algodón o de seda de esta localidad, tendrán la característica de tener sobre la parte del cuello, coloridos listones donde se bordan insectos locales y el águila bicéfala, símbolo del municipio.
A pesar de la lluvia que en estos días no ha dejado de arreciar en la capital oaxaqueña y ha provocado ligeras inundaciones en las calles, los artesanos no se despegan ni un momento de sus puestos, los cuales son visitados por un sinfín de personas que pasan todos los días a admirar y adquirir tan exquisitas obras de arte.
Este es el caso de la pareja de artesanos adultos mayores provenientes de la localidad de Teotitlán Del Valle, quienes se resguardan de la lluvia cobijados por los admirados tapetes de lana de Oaxaca.
“La Guelaguetza es la ofrenda que le dan a uno, por ejemplo nosotros tenemos Guelaguetza cuando se casa una persona de nuestro pueblo, entonces la gente le dan tortillas, guajolotes, y otras cosas”, mencionó Alfredo Mendoza, el artesano quien desde los 12 años dedica sus días a elaborar está artesanía.
La palabra Guelaguetza proviene de la lengua zapoteca, donde guela significa característica de algo, y guetza quiere decir cortesía y finura. “El acto de cortesía por excelencia” sería su definición al castellano.
Ante el calor y el pesado trabajo que se realiza en el campo oaxaqueño, los oriundos de este estado localizado al sur de México, han adquirido el hábito de beber la deliciosa y refrescante bebida conocida como tejate.
Con una sonrisa y revolviendo con las manos la densa bebida, Jennifer, originaria de la comunidad de San Andrés Huyapam, explicó que el tejate “es una bebida que está hecha a base de maíz, cacao, almendra de mamey y un ingrediente especial que es la llamada Rosita de cacao, que se da únicamente en nuestra comunidad.
“En mi pueblo la mayoría de las mujeres se dedican a la venta del tejate, tenemos la unión de mujeres productoras de tejate que está conformada por 120 mujeres quienes hacemos el tejate en polvo y los comercializamos en nuestra comunidad y en los mercado de Oaxaca”, dijo.
Sin importar por donde se voltee y se camine, la Guelaguetza y la diversidad que emana de ella, enamoran a todos aquellos que tienen la fortuna de presenciar esta máxima fiesta de los oaxaqueños, donde la grandeza del estado del mole negro se deja sentir también en cada sonrisa y mirada de su gente.
Si puedieras describir la Guelaguetza en una sola frase, ¿cuál sería? “armonía, color, belleza. La convivencia de todo el mundo, porque no solamente vienen los oaxaqueños, sino mucha otra gente”, comentó Osvaldo, un oaxaqueño que no cabe de la emoción al hablar de este tesoro tan importante para su gente.
Visitar cada rincón del enigmático estado, es adentrarse a un microcosmos donde los colores, sabores y texturas, no dejan espacio para la indiferencia.
Como cada año, desde hace 85, llega el día en que este microcosmos se une a todos sus pares y juntos hacen de ese universo de cultura y bailes, algo extraordinario y digno de presenciar.
La Guelaguetza, la máxima fiesta de los oaxaqueños, es precisamente este momento donde todos los pueblos del estado se unen para celebrar sus similitudes y diferencias, ante los ojos atónitos de propios y extraños.
Los momentos cumbres de la celebración ocurren los dos Lunes del Cerro, que este año se festejan el 17 y 24 de julio, y donde participarán 54 delegaciones provenientes de las ocho regiones del estado.
De entre las actividades de inauguración serán 27 grupos quienes mostrarán sus bailes en las dos presentaciones en el Auditorio Guelaguetza, en el Cerro del Fortín, a las 10:00 y 17:00 horas, respectivamente.
Sin embargo, la Guelaguetza es mucho más que esto. Desde hace algunos días, las calles del Centro Histórico de Oaxaca, iniciaron por adelantado el festejo que es encabezado por talentosos artesanos, cocineras tradicionales y, por supuesto, por los entusiastas visitantes de México y el mundo.
A la par de la fiesta principal, el gobierno del estado ha instalado diversos pabellones artesanales, gastronómicos y culturales, donde los visitantes pueden conocer más de cerca a este cálido pueblo, y éste a su vez, tiene la oportunidad de enamorar a todos con su grandeza, objetivo que no le es difícil de conseguir.
Así, al ir caminando por las empedradas calles oaxaqueñas, los turistas podrán ir apreciando desde una amplia variedad de hermosas artesanias y textiles originarios de pueblos del Istmo como Juchitán; los Valles Centrales como Teotitlán del Valle o de la Sierra Mixe, como las blusas de Santa María Tlahuitoltepec.
“Guelaguetza es arte, cultura, todo lo bello que es Oaxaca”, mencionó entusiasmado el artesano Ulises Tapia, originario del municipio de Santa María Huazolotitlán, en la región de la Costa.
Ubicado en un pequeño stand en el pabellón artesanal, Ulises ofrece durante esta fiesta a turistas nacionales y extranjeros, los elaborados textiles típicos de su comunidad.
A diferencia de los huipiles de las mujeres istmeñas, las blusas de algodón o de seda de esta localidad, tendrán la característica de tener sobre la parte del cuello, coloridos listones donde se bordan insectos locales y el águila bicéfala, símbolo del municipio.
A pesar de la lluvia que en estos días no ha dejado de arreciar en la capital oaxaqueña y ha provocado ligeras inundaciones en las calles, los artesanos no se despegan ni un momento de sus puestos, los cuales son visitados por un sinfín de personas que pasan todos los días a admirar y adquirir tan exquisitas obras de arte.
Este es el caso de la pareja de artesanos adultos mayores provenientes de la localidad de Teotitlán Del Valle, quienes se resguardan de la lluvia cobijados por los admirados tapetes de lana de Oaxaca.
“La Guelaguetza es la ofrenda que le dan a uno, por ejemplo nosotros tenemos Guelaguetza cuando se casa una persona de nuestro pueblo, entonces la gente le dan tortillas, guajolotes, y otras cosas”, mencionó Alfredo Mendoza, el artesano quien desde los 12 años dedica sus días a elaborar está artesanía.
La palabra Guelaguetza proviene de la lengua zapoteca, donde guela significa característica de algo, y guetza quiere decir cortesía y finura. “El acto de cortesía por excelencia” sería su definición al castellano.
Ante el calor y el pesado trabajo que se realiza en el campo oaxaqueño, los oriundos de este estado localizado al sur de México, han adquirido el hábito de beber la deliciosa y refrescante bebida conocida como tejate.
Con una sonrisa y revolviendo con las manos la densa bebida, Jennifer, originaria de la comunidad de San Andrés Huyapam, explicó que el tejate “es una bebida que está hecha a base de maíz, cacao, almendra de mamey y un ingrediente especial que es la llamada Rosita de cacao, que se da únicamente en nuestra comunidad.
“En mi pueblo la mayoría de las mujeres se dedican a la venta del tejate, tenemos la unión de mujeres productoras de tejate que está conformada por 120 mujeres quienes hacemos el tejate en polvo y los comercializamos en nuestra comunidad y en los mercado de Oaxaca”, dijo.
Sin importar por donde se voltee y se camine, la Guelaguetza y la diversidad que emana de ella, enamoran a todos aquellos que tienen la fortuna de presenciar esta máxima fiesta de los oaxaqueños, donde la grandeza del estado del mole negro se deja sentir también en cada sonrisa y mirada de su gente.
Si puedieras describir la Guelaguetza en una sola frase, ¿cuál sería? “armonía, color, belleza. La convivencia de todo el mundo, porque no solamente vienen los oaxaqueños, sino mucha otra gente”, comentó Osvaldo, un oaxaqueño que no cabe de la emoción al hablar de este tesoro tan importante para su gente.
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